Jonathan Gullible: Capítulo 36

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Juego de niños

A Jonathan lo atrajo el vasto verdor del parque como le sucedía siempre con los espacios abiertos en su pueblo natal. Correteando pájaros, Mices estaba a sus anchas.

Jonathan se detuvo a atarse los cordones de sus zapatos mientras avanzaba por un sendero que atravesaba el césped. Al agacharse y ajustar los cordones, Jonathan vio a un niño muy pequeño que estaba haciendo garabatos sobre un bloc de hojas. Vio a este pequeño acercarse a otro niño, arrojarle uno de los garabatos a sus pies, luego levantar el juguete del niño y correr de vuelta hacia su padre. El padre, un hombre robusto vestido con una holgada bata negra, puso el juguete sobre la mesa de picnic y le habló. Tras un minuto el hombre puso el juguete en un gran maletín marrón, palmeó a su hijo en la cabeza y lo empujó suavemente hacia otro niño del otro lado del área de juego. Esto se reiteró varias veces y en cada ocasión otro niño se quedaba llorando cuando este chico seguía las instrucciones de su padre para robar juguete tras juguete. Jonathan se sintió obligado a hacerle frente al padre del niño:

-Señor, si no le molesta que le pregunte, ¿por qué le enseña a su hijo a sacarle los juguetes a otros niños? No me parece que eso esté bien y esos chicos están muy tristes.

El hombre se quedó inmóvil, sin sacar un ojo de su inquieto hijo:

-Sí, esos bebés lloran mucho, ¿verdad?

-Pero señor -presionó Jonathan-, ¡su hijo les está sacando los juguetes!

-Es sólo un pequeño juego que le enseñé: se llama “Confiscación”.

-¿Confiscación? Puede que sea un juego sólo para él, porque los otros chicos no parecen estar jugando.

-¡Es parte de la diversión! -respondió el hombre mientras ordenaba su maletín y organizaba la creciente colección de juguetes que había dentro-.

Mi hijo, Ricco, juega a ser policía de limpieza. Ricco toma nota de lo que los niños están haciendo mal. Quizá los acusa de comer tierra o de ponerse juguetes sucios en sus bocas.

-No importa -el hombre se encogió de hombros-. Luego arresta al juguete y me lo trae a mí. Yo hago el papel del juez.

-¿Juez?

-Claro. Le hago algunas preguntas al juguete y como se niega a responder, lo arresto.

-¿Arresta a un juguete?

-Sí, por no responder a mis preguntas.

-Pero los otros niños no quieren jugar su juego -insistió Jonathan-.

¡Pierden todo!

-¿Y? No tiene nada que ver con ellos. Ricco sólo está arrestando a los juguetes por mal comportamiento.

-¿Está arrestando juguetes? ¡Un juguete no se puede comportar bien o mal!

-Bueno, en realidad no sabemos eso ¿o sí? -gruñó el hombre. Sus ojos se estrecharon mirando esquivamente a Jonathan-. Los juguetes nunca negaron las acusaciones, ¿o sí?

-Pero son cosas. ¿Cómo podrían responder?

-No es mi problema.

Jonathan insistió: -¿Y si los otros chicos se oponen? ¿Cómo recuperan sus juguetes?

-Pueden venir a mí, el Juez. Primero deben entregarme otro juguete y probarme satisfactoriamente que no ha habido ningún mal comportamiento.

Si estoy de acuerdo con ellos, en lugar de mi queridísimo hijo, pueden quedarse con sus juguetes. Pero no sucede a menudo.

-¿Los padres no se oponen?

El hombre se paró con sus dos metros de altura e inclinó sus sobresalientes ciento veinte kilos sobre Jonathan para decir:
-¿Crees que se opondrían?

Jonathan quedó bloqueado:

-Supongo que no. No me malinterprete, señor, sólo estoy intentando comprender las reglas de su juego.

-Luego de un momento de dudas agregó-: ¿Qué hace con los juguetes?

-Los vendo para ganarme la vida. Con el dinero extra podemos pasarnos todo el día de vecindario en vecindario jugando al Juego de la Confiscación. Es realmente divertido si estás del lado correcto y desalienta a los niños a comer mugre. Un día el pequeño Ricco crecerá y se unirá al Escuadrón Merryberry. Son los profesionales.

Jonathan se quedó congelado en el momento. Sintió la presencia de alguien. Vio al pequeño mocoso justo detrás de él, garabateando una de sus desagradables notas. Era momento de irse y Jonathan se apresuró. Mices se fue con él, abandonando una presa.

Traducido del inglés por Hernán Alberro.

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