La República Islámica de Irán acaba de emitir un nuevo billete de 50.000 riales. Una característica del billete que llama la atención es el símbolo atómico en el reverso, una presentación en tono naranja de seis electrones en órbita. El dinero ha estado “respaldado” por muchas cosas, del oro y la plata a los bancos centrales a las afirmaciones crudas de poder. Este símbolo atómico representa una gran evolución en este aspecto.
Aunque menos explícita que su símbolo atómico, otra parte del billete habla de la continua quiebra de la economía iraní. El valor del billete (50.000 riales) es mucho mayor que la del billete de más valor antes en circulación: 20.000 riales, billete que fue emitido hace solo tres años. En ambos casos, los billetes fueron emitidos debido a que la inflación galopante estaba haciendo a la divisa del país incómoda para su uso como medio de intercambio. Antes de la Revolución Iraní de 1979, la economía era en su mayor parte de propiedad privada y orientada al mercado y desde entonces la industria ha sido nacionalizada en su mayor parte y la economía dirigida desde Therán. Están cayendo producción y renta, aparte de la exportación de crudo y gas natural y los ambiciosos programas de gasto del gobierno se han financiado crecientemente con papel moneda. Antes de la revolución, 70 riales valían 1 dólar de EEUU. Hay, el cambio oficial es de 9.300 riales por 1 dólar y hay un activo mercado negro en dólares.
Debido a la gran riqueza petrolera de Irán, ha sido capaz, hasta ahora, de prevenir un golpe hiperinflacionista. Otros países no han tenido tanta suerte. Zimbabwe, el ejemplo actual de hiperinflación, se ha desplomado en la miseria, sufriendo su población la aparición de enfermedades sociales, así como hambre. Y la inflación de Zimbabwe ha sido modesta comparada con otras hiperinflaciones recientes. En el gráfico inferior, indico los tipos de cambio (con el dólar de EEUU) de cuatro divisas que han pasado recientemente por hiperinflaciones: Argentina, Brasil, Yugoslavia y Zimbabwe. Como podéis ver, la hiperinflación en Zimbabwe solo está empezando.
La hiperinflación se ha asociado frecuentemente a un desplome del orden político junto con un colapso de la economía e incluso con el estallido de una guerra y un genocidio. En Yugoslavia culminó con el desmembramiento del país. En Zaire, las cosas fueron tan mal que cambiaron el nombre del país (al Otro Congo) y el idioma oficial y (¿os lo podéis creer?) dejaron entrar a los franceses como pacificadores.
En Bolivia, durante su hiperinflación de la década de 1980, la importación número uno era dinero recién impreso de Alemania y la exportación número uno eran las drogas ilegales a Estados Unidos. En Chile, durante su hiperinflación de la década de 1970, bandas armadas de la “derecha” y la “izquierda”, vagaban por el país en busca de comida, dejando aterrorizada a la gente y paralizada a la economía. En Hungría, tras la Segunda Guerra Mundial, los ocupantes soviéticos utilizaron la hiperinflación para destruir a la clase media de ese país y abrir las puertas a un golpe comunista. Por supuesto, durante la República de Weimar, la inflación a la que se vio abocada Alemania por Francia e Inglaterra tras la Primera Guerra Mundial, destruyó igualmente a la clase media del país y dio paso a los nazis.
En el pasado, la inflación alimentada por el papel moneda llevaba rápidamente a la ruina. Los assignts de la Revolución Francesa y el dólar continental de la Revolución Americana, por poner dos ejemplos, siguieron rápidamente su destino, uno dando paso a Napoleón, un dictador, y el otro a Robert Morris, un simple banquero. Pero con el perfeccionamiento de la emisión de papel moneda, los bancos centrales se han convertido en capaces de conseguir una tasa continua y moderada de inflación y así obtener un “beneficio” mucho mayor (llamado señoraje) en el proceso. (Pongo comillas en la palabra beneficio porque no es un beneficio real, un exceso por encima del coste, sino una redistribución de la riqueza, de los que poseen dinero a los que poseen la imprenta de dinero).
Como muestra el gráfico anterior, Argentina y Brasil perfeccionaron el arte del robo legal y así procedieron a generar muy rápidamente tasas de inflación durante periodos prolongados de tiempo. Sin embargo, para prevenir hernias en el uso del dinero como medio de intercambio, tenían que imprimir valores cada vez mayores en los billetes (como está haciendo ahora Irán) e incluso tenían que reclamar periódicamente el dinero existente e intercambiarlo pro nuevo dinero con uncambio, por ejemplo, de 1.000 por 1. Muestro un billete de 1.000 cruzados de Brasil sobresellado como 1 nuevo cruzado, mostrando cómo funcionaban estos cambios de divisa.
Con los años, Brasil intercambió cruzeiros por cruzados, cruzados por nuevos cruzados, nuevos cruzados por cruzeiros reales y cruzeiros reales por reales. Así, Brasil fue capaz, a lo largo de un extenso periodo de tiempo, de sumar más inflación aún que la antigua Yugoslavia y Alemania en le breve periodo de la República de Weimar. En el mundo antiguo, Roma igualmente fue maestra en el arte del robo legal mediante el envilecimiento de la moneda. Con el tiempo, el denario de Roma se hizo cada vez más anaranjado, al reacuñarse las moneas con menos plata y más cobre, con intercambios periódicos de denarios casi completamente de cobre por nuevos denarios de plata con tipos de cambio exageradamente altos.
Pero el proceso de finanzas inflacionistas no empezó con los romanos. Puede remontarse mucho más, a tan pronto como el gobierno entró en el negocio de “atestiguar” con su sello el peso y calidad de las monedas, ya que no requería mucha inteligencia darse cuenta de que el gobierno podía obligar a al gente a aceptar esta moneda por su valor nominal, mediante leyes de curso forzoso, independientemente de su peso y calidad. Los griegos estaban tan familiarizados con las engorrosas monedas de bronce, latón y hierro que les obligaban a usar sus gobiernos, que el dramaturgo Aristófanes escribía en Las ranas: “En nuestra república, se prefiere a los ciudadanos buenos a los malos, igual que la mala moneda circula mientras desaparece la buena”. Y el profeta Isaías recordaba a Israel que había pecado y tenía que arrepentirse, diciendo: “vuestro dinero se convertido en escoria”.
También esta escrito en el nuevo billete iraní, en árabe, una cita del profeta Mahoma, que dice que los científicos de Persia llegarán a los cielos del conocimiento. Si el gobierno de Irán fuera científico, seguiría la ciencia de la economía y renunciaría a la inflación antes de que arruine totalmente su propio país.
Publicado el 29 de marzo de 2007. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.