La depresión de Hoover-Roosevelt revisada

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Este año es el decimoquinto aniversario de la America’s Great Depression de Murray Rothbard. En esa obra, Rothbard logra magistralmente tres objetivos.

  1. Proporciona una reescritura y extensión de la teoría austriaca del ciclo económico (TACE) mientras defiende con destreza la teoría contra las críticas.
  2. Aplica la teoría al auge inflacionista de la década de 1920 y el consiguiente declive de 1929-30 y
  3. Aplica microeconomía, con especial atención a los que los economistas Richard Vedder y Lowell Gallaway[1] han llamado la “posición von misesiana-clásica sobre los mercados de mano de obra” para mostrar cómo las intervenciones públicas han convertido en una depresión prolongada lo que de otra forma habría sido un declive seguido por una breve “recesión de tipo jardín”.

El análisis de Rothbard termina en 1933, ya que las intervenciones destructivas pasaron del New Deal (en bruto) de Hoover al más conocido New Deal de Roosevelt. Un análisis austriaco completo de la Gran Depresión incluiría un análisis de todos los errores políticos e incertidumbres de régimen creados por ambas administraciones. Fue, en realidad, correctamente entendido, “La depresión de Hoover-Roosevelt”.

Y, como argumentaban Robert Higgs (“Regime Uncertainty: Why the Great Depression Lasted So Long and Why Prosperity Resumed after the War”) y Vedder y Gallaway (“The Great Depression of 1946”), esta Depresión no acabó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial,[2] sino con la recuperación de posguerra que se produjo para sorpresa de los economistas keynesianos que predecían una vuelta a condiciones similares a una depresión. La vuelta a la prosperidad se produjo a pesar de las grandes rebajas en el gasto público y a un gran influjo de personal militar sobrevivientes en los mercados laborales (ver “The Austerity of 1946”, de Arnold Kling, y “The Myth of Pent-up Demand and the Successful Reconversion after World War II”, de Robert Higgs).

La obra de Higgs rellenaba algunos huecos en el análisis austriaco de la Gran Depresión dejados por Rothbard, pero el análisis más detallado del desempleo en la era Hoover-Roosevelt, que se basaba en un marco misesiano del mercado laboral, fue realizado por Vedder y Gallaway, primero en “Wages, Prices, and Unemployment: Von Mises and the Progressives” y luego en Out of Work: Unemployment and Government in Twentieth-Century America. Su extensa investigación fue publicada originalmente en el Volumen I de la Review of Austrian Economics (editada por Murray Rothbard).[3] Esta extensa obra complementa y verifica los argumentos de Rothbard en America’s Great Depression y extiende el análisis a la era del New Deal de Roosevelt. Por desgracia, como la obra de Rothbard sobre la Gran Depresión, los trabajos de Higgs y Vedder y Gallaway han tenido un impacto demasiado limitado (¿ninguno?) en la profesión económica a pesar de sus evidencias concluyentes. Vedder y Gallaway escribían:

Un último apunte para terminar. Von Mises y otros como él tenían razón en rechazar la opinión “progresista” de que no importa el nivel salarial monetario. No solo es importante sino que, en conjunción con los niveles de precios y productividad, es la clave para entender patrones de variación en niveles agregados de empleo y producción. Con la ayuda del análisis misesiano-clásico, fenómenos tan dispares como altas tasas de desempleo, bajas tasas de desempleo, alto desempleo acompañado de inflación (estanflación), bajo desempleo al unísono con inflación, recuperaciones económicas rápidas y recuperaciones económicas fallidas pueden entenderse de una manera comprensible. No hace falta una economía especial para cada situación. ¿Qué otro aparato teórico puede hacer la misma afirmación?

En el artículo de Mises Daily, “La depresión de Hoover-Roosevelt”, los miembros de la facultad del Instituto Mises, Mark Thornton, Joe Salerno y John Cochran destacaban el trabajo de Harold L. Cole y Lee Ohanian.[4] Esta obra de Cole y Ohanian se destacaba, no porque viaje por territorio desconocido para los economistas austriacos, sino porque aparecía en muy prestigiosas revistas de la corriente principal, la Journal of Political Economy (JPE) y la Journal of Economic Theory (JET). Aunque los trabajos no citan a Vedder y Gallaway, el artículo de JET de 2009 de Ohanian sí cita America’s Great Depression de Rothbard. Más recientemente (“The Macroeconomic Impact of the New Deal” en el Routledge Handbook of Major Events in Economic History [Routledge International Handbooks, 2013])[5], Ohanian ha reconocido la obra de Higgs sobre incertidumbre de régimen como también relevante para entender por qué y cómo las intervenciones públicas, no los mercados, fueron la causa de la longitud y severidad de la Gran Depresión.

Como llega a conclusiones históricas y políticas similares a algunso análisis austriacos, el trabajo sobre el marco del “verdadero ciclo económico” genera críticas de macroeconomistas defensores de las deficiencias de la demanda agregada como explicación de las recesiones. La principal respuesta al análisis austriaco por parte de la mayoría de los macroeconomistas ha sido ignorarlo. Dado el alto perfil de los publicadores de Cole y Ohanian, testa estrategia ha resultado más difícil que funcione.

Así, en un comentario en “La depresión de Hoover-Roosevelt”, João Marcus Marinho Nunes escribe: “Cole y Ohanian son engañosos y luego remite al lector a sus posts de blog “Bashing Cole & Ohanian from another angle” y “More evidence on how Cole & Ohanian were deceptive”. En esso posts defiende una visión desde el lado de la demanda (monetarista de emrcado) en relación con el análisis desde el lado de la oferta de Cole y Ohanian de la “recuperaión” post-1933 y la “recesión dentro de una depresión” de 1937 e implícitamente también respecto de la explicación austriaca de Rothbard, Higgs, Vedder y Gallaway.

Como Shawn Ritenour proporciona una excelente crítica general del monetarismo de mercado en “Objetivo de PIB nominal: Monetarios de nuevo cuño o keynesianismo al viejo estilo” y Steven Kates desarrolla los argumentos teóricos más amplios que socavan la aproximación de la demanda agregada a los ciclos y crisis económicos en “Why Your Grandfather’s Economics Was Better than Yours: On the Catastrophic Disappearance of Say’s Law”, no realizaré aquí una crítica detallada del monetarismo de mercado. Sin embargo, el lector debería ser consciente del principio general de Kates que subyace a la aproximación austriaca: “LOS HOMBRES YERRAN EN SUS PRODUCCIONES, NO HAY DEFICIENCIA DE DEMANDA”. [Negrita original]. Kates extiende su argumento en “Los errores de los críticos de Keynes”, donde concluye: “No existe una fuerza independiente que pueda describirse como demanda agregada”.

Si queréis llegar a la esencia de la Ley de Say nunca debéis pensar en términos de demanda agregada y oferta agregada. Simplemente eliminadlos de todas las explicaciones conceptuales de la economía y creo, aunque no puedo estar seguro, que os encontraréis necesariamente pensando sobre los temas de la misma manera que los economistas clásicos. Como he argumentado en mi Say’s Law and the Keynesian Revolution (Elgar 1998), si queréis derrotar a la economía keynesiana tenéis que lucha contra la misma noción de la demanda agregada. No funcionará nada más.[6]

El comunista de Forbes, John Tamny, también ha reconocido y comentado sobre cómo este método de razonamiento macroeconómico lleva a errores y nubla el juicio político de los comprometidos con un análisis del lado de la demanda, ya se les llame monetaristas o keynesianos. Sus conclusiones de “Monetarism and Keynesianism: Identical Sides of the Same Adolescent Coin”:

Tal vez lo que sea más cómico acerca de estas dos escuelas [monetaristas y keynesianos], y explica lo muy similares que son, es que ambas partes creen que hay una falta de veneno económico en el centro de nuestra dolencia. Los lectores sin duda estarán familiarizados con las frecuentes salivaciones keynesianas de Paul Krugman acerca de que la economía de EEUU sufre debido a que el gobierno federal no ha gastado suficiente dinero nuestro. Los monetaristas afirman casi los mismo: su opinión es que la economía no se ha recuperado debido a que nuestro banco central no ha impreso suficiente dinero nuestro. El por qué estas dos escuelas son enemigas es uno de los grandes misterios de la vida, dado cómo ambas ponen a la demanda en un pedestal por encima de todo y ambas están convencidas de que el renacimiento económico está a solo el gasto de un billón de dólares de gasto o un billones de dólares de impresión.

La triste realidad es que la economía de EEUU forcejea hoy gracias a la imposición de ambas ideologías patéticas. El gasto público ha aumentado a niveles de hemorragia nasal junto con la creación de dólares de una forma igualmente grotesca. Como consecuencia, la economía se hunde. Ambos bandos deberían alejarse de la discusión ante los visibles fracasos de sus ideas. Solo entonces, cuando estos gemelos adolescentes dejen de envenenar la economía de EEUU, recuperará la vía del crecimiento que prevaleció en las décadas de 1980 y 1990.

Este trabajo reciente de Cole y Ohanian es importante y fue destacado por la facultad del Instituto Mises porque presenta a keynesianos de todo tipo un ejercicio de la “historia económica interpretativa”[7] de Robert Higgs, que llega a conclusiones similares y por tanto refuerza el trabajo realizado previamente por austriacos o cercanos que han sido por lo general ignorados hasta hace poco fuera de los círculos austriacos. Ohanian (“The macroeconomic impact of the New Deal”) concluía:

La economía permaneció muy por debajo de la tendencia a lo largo del New Deal [de Roosevelt], en parte reflejando las políticas industriales y laborales del New Deal que distorsionaron sustancialmente las fuerzas competitivas normales de la oferta y la demanda. Las políticas deprimieron el empleo y la producción al aumentar los precios y salarios por encima de los niveles normales competitivos en muchos sectores.

Argumentaba además que, frente al argumento keynesiano de que la inversión y por tanto la producción y el empleo permanecieron bajos durante la depresión debido a las expectativas pesimistas, las evidencias de su modelo indicaban que la inversión era baja debido a “importantes intervenciones públicas que deprimieron el empleo”. Además, Ohanian advertía que las estimaciones del impacto adverso de las políticas del New Deal pueden ser modestas, ya que sus resultados no incluyen el impacto de otras intervenciones asociadas con el New Deal como la incertidumbre incrementada de Higgs respecto de los derechos de propiedad y grandes aumentos en los impuestos a las rentas del capital. Según Salerno, uno “(casi diría que “intensamente”) rothbardiana” al describir estas conclusiones.


[1] Richard Vedder y Lowell Gallaway. “Wages, Prices, and Unemployment: Von Mises and the Progressives”. Review of Austrian Economics (editada por Murray Rothbard) vol. 1, nº 1: 33-80.

[2] O para quienes prefieren el vídeo, ver a Tom Woods. Woods escribe: “En un nuevo vídeo, el desastroso Robert Reich hace la afirmación familiar de que el gasto de la Segunda Guerra Mundial levantó a EEUU sacándolo de la Gran Depresión. Tenéis que poder echar del agua esto. Ved mi vídeo sobre cómo hacerlo”.

[3] Cuando Vedder y Gallaway tuvieron dificultades para encontrar un medio para esta importante obra, mi mentor, Fred Gable, les ayudó a hacer posible su publicación en la Review of Austrian Economics.

[4] Ver Harold L. Cole y Lee E. Ohanian en el número de agosto de 2004 del Journal of Political Economy “New Deal Policies and the Persistence of the Great Depression: A General Equilibrium Analysis” y Lee Ohanian, “What—or Who—Started the Great Depression”, en la prestigiosa Journal of Economic Theory (JET) en 2009.

[5] Un hurra por el profesor Higgs por su post en Facebook sobre este trabajo en el que escribía: “Hace unos pocos años, Randall Parker me invitó a escribir un capítulo sobre la Segunda Guerra Mundial para el Handbook of Major Events in Economic History, de Routledge, que estaba preparando con Robert Whaples. Se acaba de publicar el libro. El precio del editor elimina en la práctica a todos los compradores potenciales salvo unas pocas bibliotecas universitarias importantes (153,75$ en Kindle y 169,52$ en tapa dura). Mal, porque los contribuidores incluyen algunos grandes hallazgos en economía e historia económica y los capítulos están sin duda llenos de datos estupendos, otras evidencias y análisis. Por suerte, el avance del editor, disponible en línea en el enlace inferior, incluye todo mi capítulo excepto las últimas referencias. Así que si os interesa una breve historia económica de la Segunda Guerra Mundial centrada en EEUU, podéis acceder aquí sin ningún coste.” Os va a encantar.

[6] Free Market Economics: An Introduction for the General Reader, de Steven Kates, es también muy recomendable para el lector que desee un estudio más profundo de esta línea de razonamiento.

[7] Ver “Austrian Economics and the New Economic History” en Austrian Economics Newsletter vol. 15, nº1.


Publicado el 7 de mayo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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