Cuatro siglos de vigilancia: De los consejos privados a los tribunales FISA

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Como dice la canción: “Conoce al nuevo jefe, igual que el viejo jefe”.

El poder del estado, es decir, el poder derivado de los “medios políticos” de adquirir riqueza mediante la fuerza no es más que una pestilencia que debilita la paz y prosperidad de toda la humanidad y se ha manifestado en muchas formas crueles y únicas. Ya sea el látigo en la espalda, la espada en la garganta, la pistola en la cara o la gran toma global de rehenes a través de la amenaza de destrucción nuclear, está claro que el poder del estado no es nada más que la agresión inmoral, lógicamente posterior, parasitaria y subordinada al poder económico, es decir, al poder derivado de los “medios económicos” de adquirir riqueza mediante producción y intercambios voluntarios. Mientras que el poder económico crea riqueza y comparte sus frutos, el poder del estado roba riqueza y derrocha sus botines.

Aun así, a pesar de estas verdades evidentes acerca de la naturaleza rapaz del poder del estado, alguna gente lo considera como el “jefe” del poder económico. Ni siquiera el más ferviente creyente en ese viejo chiste: “somos el gobierno”, puede sugerir seriamente que seamos literalmente el gobierno. Incluso quienes ven al gobierno como un “club social”, un “contrato social” o alguna representación mística del “pueblo”, deben admitir que el club necesita un comité ejecutivo, el contrato necesita redactores y aplicadores y el pueblo necesita líderes ilustrados (por tanto, en cada caso, un casta gobernante).

En la raíz del asunto, todos esos eufemismos son meramente una forma insidiosa de apología, un medio de ofuscación mientras se mantiene la idea de que el poder del estado es el “jefe” del poder económico. Es un truco del lenguaje utilizado tanto por lobos como por ovejas, dando a los lobos una excusa para su caza y a las ovejas una razón para su esquilado. Dicho de otra manera, es una forma para que la muchedumbre provea sus propias cadenas y con dorada esperanza y amor, entregue “ella misma” las riendas. Ese doblepensar igualitario es una herramienta crucial utilizada por el moderno estado nación para disculparse por la caza del poder económico por el poder del estado, permitiendo a los representantes del estado actuar como tiranos mientras se califican a sí mismos como “servidores”.

¡Qué perversión de la verdad y el derecho! Respondo, si queremos detener esta caza y la perversión, un paso inicial debería ser para los libertarios hacer que nuestros oponentes hablen abiertamente acerca del poder del estado que buscan conseguir.

Contrariamente (o tal vez debido a ) trucos inmorales con el lenguaje, el estado-nación moderno se permite un estatus separado y por encima del resto de la sociedad civil: por encima no solo del derecho positivo, sino del derecho natural. Dicho de manera sencilla, existe una casta gobernante coactiva por encima del resto de la sociedad en virtud de sus opacos poderes coactivos. Este hecho es evidente cuando uno mira a la vasta burocracia moderna encargada de llevar a cabo la tarea digna de Sísifo de planificar y regular las vidas de los ciudadanos de la nación. Ya sea el IRS, FBI, CIA, NSA, EPA o alguna otra agencia estatal que suene a benigna, la burocracia moderna está ahogando la libertad del pueblo estadounidense y su Constitución en un mar de sopa de letras creado por el hombre y se cuece de verdad a fuego lento.

Aquellas agencias encargadas de “mantener el país a salvo” son especialmente propensas a un estatus especial por encima de la ley a través de sus presupuestos y operaciones clandestinos, así como su trata severo a los delatores. Operando en la sombra, la comunidad de inteligencia de EEUU busca ser el jefe de la información mundial en nombre de la “seguridad”. Debido a la acción heroica de delatores como Edward Snowden, el público ha confirmado ahora lo que hacía mucho que sospechaba que era cierto: la NSA, bajo el ámbito del secreto tribunal FISA ha construido una “arquitectura de opresión” que es está utilizando para la recogida transnacional de comunicaciones libres de pueblos innatamente libres. Frente a las afirmaciones estatistas, Internet como la conocemos es una creación del emprendimiento, la producción y la competencia del libre mercado, aunque siga plagado de intervenciones del gobierno que limitan y pervierten el desarrollo potencial de la tecnología.

Pues que el estado este atacando ahora este libre desarrollo del poder económico en nombre de “mantener al pueblo a salvo” o “luchar contra el terrorismo” no es sorprendente. Como se ha dicho antes, el poder del estado se ha manifestado en muchas formas crueles y únicas y este tipo especial de ataque del estado sobre el libre desarrollo de comunicaciones se ha visto antes en la historia de las colonias americanas. Veamos las palabras de Murray Rothbard de su extensa historia de la América colonial, Conceived in Liberty, mientras conocemos al viejo jefe, igual que el nuevo jefe:

El servicio postal empezó en las primeras colonias americanas como empresas privadas en libre competencia de diversas formas y tipos. Las cartas entre pueblos cercanos se enviaban mediante mensajeros especiales, que eran a menudo indios. Para viajes más largos, las llevaban viajeros o mercaderes. Las cartas a o desde Inglaterra las llevaban capitanes de barcos privados, que a menudo ponían una bolsa en el café local para recibir cartas para su envío. El precio era generalmente de un penique por carta y dos por carta doble o paquete.

Por desgracia, el precedente inglés dejaba poca esperanza al desarrollo no intervenido de un servicio postal en libre competencia. En 1591 la Corona había emitido una proclamación por la que se concedía a sí misma el monopolio de todo el correo extranjero y en 1609 la proclamación de la Corona extendió su propio monopolio a todo el correo, extranjero o nacional. El propósito de este monopolio postal era bastante simple: permitir a los funcionarios del gobierno leer las cartas privadas de los ciudadanos para descubrir y suprimir la “traición” y la “sedición”.

Es una muestra vívida de cómo el estado asume lentamente el poder y la riqueza de un poder económico desarrollado libremente para agrandar su propio interés: el poder del estado. En este caso concreto, un monopolio en todas las comunicaciones significativas es descaradamente para la protección y seguridad de los intereses de la Corona y no de los colonos que envían letras en América y el extranjero. El propósito de la intervención era explícitamente descubrir delitos contra el estado: traición y sedición. ¡Al menos los funcionarios del estado del momento fueron sinceros en sus razones!

Rothbard continúa su explicación del pensamiento de la Corona en esa época:

Así que cuando el Consejo Privado decidió en 1627 permitir a los mercaderes operar un servicio postal extranjero independiente, el secretario principal de estado del rey escribió resueltamente: “Vuestra Señoría sabe mejor que explicación podremos dar en nuestros lugares de lo que se pase por cartas dentro y fuera del territorio, si todo hombre puede transportar cartas bajo la guía de mercaderes a quien quiera y al lugar que quiera (…) qué inapropiado es este tiempo para dar libertad a todo hombre de escribir y enviar lo que quiera”. Y en 1657, cuando el Parlamento de la Comunidad continuó con el monopolio postal gubernamental inglés, el preámbulo de la ley indicaba un objetivo principal: “descubrir e impedir muchas ideas peligrosas e intolerantes, que se han concebido y se conciben diariamente contra la paz y el bienestar de esta Comunidad, cuya inteligencia no puede comunicarse bien, salvo por carta manuscrita”.[1]

¿“Qué inapropiado es este tiempo para dar libertad a todo hombre”? ¡Qué refrescante sinceridad del hombre del rey! Preguntaos: ¿es este el tipo de sinceridad la que oímos de nuestras actuales “servidores públicos”?

En una palabra: no.

A la vista de las revelaciones acerca de los programas de espionaje masivo de la NSA en los que el gobierno de EEUU está literalmente recogiendo nuestro correo y comunicaciones igual que la Corona Británica leía los de los colonos, la respuesta se ha convertido en un cliché de historieta. Respecto de las libertades protegidas por la 4ª Enmienda, el gobierno responde con supuesta moderación: “debemos trabajar para llegar a un equilibrio entre libertad y seguridad” o publica una declaración para generar temor: “Esta información divulgada ha hecho al país menos seguro. Tal vez sea un acto de traición”. Respecto del filtrador, Edward Snowden, el gobierno responde: “Es un traidor”, o más diplomáticamente: “Nadie está por encima de la ley”.

No cuesta mucho ver todas estas respuestas como nuevas versiones del clásico doble leguaje igualitarista “somos el gobierno” y, como he dicho antes, sostengo que debería ser un proyecto libertario hacer que nuestros oponentes estatistas hablen claramente acerca de cómo quieren usar el poder del estado. Los amantes de la libertad no pueden permitir que quienes quieran utilicen el poder del estado para esconderse tras “el pueblo” cuando el pueblo son los mismos que son víctimas y llevados a la servidumbre por el uso dominador de la agresión del estado. Así que tomemos estas frases una por una:

(1) “Edward Snowden es un traidor y nadie está por encima de la ley

¿Un traidor a quién y por qué? ¿No es la Constitución la ley suprema del territorio? Y si es así, ¿quién actuó por encima de la ley suprema del territorio, Snowden o el gobierno? Asimismo, al tener el poder de crear derecho y utilizar la discreción arbitraria en la aplicación de la ley ¿no está el gobierno federal siempre “por encima de la ley”, incluyendo el derecho natural y objetivo incluido en la 4ª Enmienda, el derecho a que te dejen en paz?

(2) “Esta información divulgada ha hecho al país menos seguro. Tal vez sea un acto de traición”

¿Cómo lo ha hecho en concreto menos seguro? Normalmente quienes afirman esto raramente proporcionan evidencias, como si les obligaran a revelar más secretos públicos. Respecto de la seguridad, ¿cómo nos mantiene a salvo no respetar los derechos naturales de la comunidad global? Respecto de la traición, miro las Cato’s Letters y dicen: “No sé qué es la traición, si debilitar y abandonar las libertades de un pueblo no es traición”.

(3) “Debemos trabajar para llegar a un equilibrio entre libertad y seguridad”

Esta negociación nunca ha funcionado, especialmente porque no hay ningún equilibrio o negociación reales afectados. Me gustaría que salierais y dijerais lo que realmente queréis decir: “¡Qué inapropiado es este tiempo para dar libertad a todo hombre!” Vuestro objetivo no es llegar a un equilibrio sino debilitar la libertad de la comunidad global. Vuestro objetivo no es tener un debate sobre algún vago equilibrio sino amordazar a todos los que en realidad quieren debatir la violación de los derechos de millones de seres humanos. Decid la verdad, como hizo el hombre de la Corona hace unos siglos: “¡Qué inapropiado es este tiempo para dar libertad a todo hombre!”

Viendo la ley pervertida y la verdad boca abajo, es hora de que veamos correctamente las cosas. Devolvamos al poder económico a su verdadero lugar por encima del poder del estado. Volvamos a la única verdadera seguridad nunca descubierta por seres humanos: un sistema de derecho positivo basado en los principios libertad y de raciocinio del derecho natural. Dejemos que nuestra seguridad se ocupe de la justa defensa de los derechos objetivos de toda la humanidad, en la que nadie (ni siquiera el gobierno) esté por encima de la ley. Hagámoslo con resistencia pacífica a través del estudio independiente, el trabajo y el debate.

Y como dice también la canción, digamos: “¡Me pondré de rodillas y rezaré para que no nos engañen de nuevo!”

La libertad en nuestro tiempo depende de ello.


[1] Murray Rothbard, Conceived in Liberty, vol. 2, pp. 639-640.


Publicado el 7 de agosto de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.