El legado de Bernanke: Una economía débil y mediocre

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Al llegar a su fin el reinado del presidente Bernanke en la Fed, el Wall Street Journal proporciona su evaluación de “El legado de Bernanke”. En general, el Journal hace un trabajo razonable tanto sobre Greenspan como Bernanke, especialmente comparado con la “efusiva alabanza de los sospechosos habituales: los defensores de la planificación monetaria centralizada. El Journal argumenta cuando se ocupa del rendimiento de Bernanke que es apropiado revisarlo “antes, durante y después del pánico financiero”.

Mientras que la mayoría de las evaluaciones del rendimiento de Bernanke como banquero central se centran en el “durante” y “después” de las fases de la crisis financiera, con muchas de las alabanzas basadas en la fase “durante”, el Journal se une a los austriacos y a John Taylor en una evaluación desfavorable del más crítico periodo “antes”. Fue en este periodo en el que la Fed generó su segundo ciclo de auge-declive en la era Greenspan-Bernanke. En la evaluación del Journal, Bernanke, Greenspan y la Fed merecen un “muy deficiente”. Aunque este periodo pre-crisis cae en buena parte bajo el liderazgo de Alan Greenspan, el Journal destaca que Bernanke fue la “principal fuerza intelectual” tras la políticas pre-crisis. Como consecuencia de estas políticas demasiado laxas y demasiado largas, justo cuando el liderazgo de la Fed pasó de Greenspan a Bernanke, el auge del crédito que la Fed “hizo tanto por crear se convirtió en manía, que se convirtió en pánico, que se convirtió en una profunda recesión”. La descripción del Journal del papel de Bernanke debería destacarse en cualquier análisis serio de la era de Bernanke:

Su papel [el de Bernanke] se remonta a 2002, cuando como gobernador de la Fed dio un famoso discurso advirtiendo acerca de una deflación que no existía  [y si existió, no debería haberse temido].[1] Él y Mr. Greenspan siguieron sin embargo el consejo de Paul Krugman de promover una burbuja inmobiliaria para compensar el crash de las punto com.

Como demuestran las transcripciones de la Fed, Mr. Bernanke fue el líder intelectual del consejo en su decisión de rebajar los tipos de los fundos federales al 1% en junio de 2003 y mantenerlos allí durante un año. Esto se hizo a pesar de tener una economía acelerando rápidamente (crecimiento del 3,8% en 2004) y precios desorbitados en materias primas e inmuebles. La política multianual de la Fed de tipos de interés negativos reales, produjo una manía de crédito que llevó a la burbuja y el estallido en la vivienda.

Para encontrar algunos de los mejores análisis de la culpabilidad pre-crisis de la Fed hay que acudir al excelente análisis de Roger Garrison. En un trabajo en el Cato Journal de 2009, Garrison (2009, p. 187) califica a la política de la Fed durante la “Gran Moderación” como “aprendizaje haciendo política”, que, basada en acontecimientos posteriores a 2003, sería mejor calificada como “hasta ahora bien” o “silbando en la oscuridad”. El resultado real de este “aprendizaje haciendo política” es decrito por Garrison en “Natural Rates of Interest and Sustainable Growth”:

En el primer episodio [auge-declive punto com], la Reserva Federal actuó para contrarrestar la presión al alza de los tipos de interés, haciendo que los tipos reales de interés no se desviaran mucho de la norma histórica. En el episodio posterior [auge-declive inmobiliario], la Reserva Federal actuó para reforzar la presión a la baja sobre los tipos de interés, haciendo que los tipos reales de interés fueran excesivamente bajos con respecto a la norma histórica. Aunque el juicio, hecho retrospectivamente por economistas de prácticamente todas las tendencias, de que el tipo objetivo de los fondos de la Fed fue “demasiado bajo demasiado tiempo” entre mediados de 2003 y mediados de 2004, fue casi con seguridad demasiado bajo durante demasiado tiempo en relación con el tipo natural en ambos episodios. (p. 433)

Dada esta y otras fuertes evidencias del papel de la Fed en crear el crédito que llevó al auge, el Journal culpa al “rechazo de Mr. Bernanke de reconocer que la Fed cometió algún error en los años de la manía”.

Sobre la respuesta a la crisis, el Journal evita los elogios de muchos que atribuyen a la Fed liderada por el ilustre investigador de la Gran Depresión por actuar con fortaleza para impedir que se repita esa calamidad. Según los adoradores de la Fed, las cosas podrían no ser buenas, pero sin las acciones y rescates sin precedentes, las coas habrían sido catastróficas. La evaluación más mesurada del Journal:

Una vez golpeó la crisis, Mr. Bernanke y la Fed merecen el beneficio de la duda. Desde la distancia segura del toro pasado, es fácil olvidar los rápido y extendido que fue el pánico financiero. La Fed tuvo que compensar el colapso en la velocidad del dinero con un aumento en su oferta y lo hizo con fuerza y celeridad. Se puede estar en desacuerdo con los programas especiales de garantía de la Fed, pero no se quedaron sentados en el torbellino financiero del momento. Es difícil ver cómo otros podrían haberlo hecho mucho mejor.

Pero los lectores sagaces de Financing Failure: A Century of Bailouts, de Vern McKinley, podrían estar en desacuerdo. Las acciones de la Fed, incluso cuando no rozan lo ilegal, fueron contraproducentes, innecesarias y contribuyeron a activar una incertidumbre política paralizante que contribuyó al colapso de la velocidad del dinero. McKinley describe mucho de lo que se hizo como “toma de decisiones con los pies” (pp. 305-306):

“Con los pies” no es una descripción halagüeña de los métodos de los reguladores, pero su uso se justifica para describir las acciones dirigidas por el pánico durante la crisis de la década del 2000. Es natural que bajo la presión del tiempo el juicio tenga defectos, se cometan errores y se magnifique la exposición del contribuyente y está claro que así ha sido en este caso. Con la posible excepción de la decisión de Lehman Brothers (…) todas las grandes decisiones de rescate durante la crisis de la década del 2000 se realizaron con la coacción del pánico a lo largo de un periodo muy corto de tiempo con la información muy limitada que había a mano y con información de una número limitado de partes objetivas implicadas en la toma de decisiones. No es sorprendente que estas respuestas decididas con los pies no inspiraran confianza y no hay evidencias claras recogidas de que los efectos secundarios negativos esperados hubieran ocurrido en la realidad.

Aunque podría encontrarse una defensa de alguna actividad de la Fed en la explicación de Hayek de la década de 1970 de la “mejor” política bajo malas instituciones (un banco central), en la que argumentaba que durante una crisis, una banco central debería actuar para impedir una deflación secundaria, las acciones de la Fed fueron claramente más allá de esa recomendación. Habría sido mejor una política inmediata de acabar la expansión del crédito parándola en seco. Los programas de garantías especiales de la Fed y el movimiento hacia una política mondustrial deberían ser una gran preocupación para cualquiera preocupado por la prosperidad a largo plazo y la libertad. El si cualquier ser humano que dirija un banco central podría haberlo hecho mejor es una pregunta sin respuesta, pero está claro que otras disposiciones monetarias podrían haber llevado a resultados mejores.

El análisis del Journal de la política tras la crisis es crítico, aunque no tan duro como debería haber sido.[2] A pesar de una expansión sin precedentes del balance de la Fed, la “recuperación es históricamente débil”. En algún momento “un presidente de la Fed tiene que asumir alguna responsabilidad por el mediocre crecimiento (y la falta de crecimiento real de la renta) a su vista”. La política de Bernanke es asimismo correctamente criticada porque “El otro gran coste de estas políticas posteriores a la crisis es la intrusión de la Fed en la política y la política fiscal”.

Como el resultado definitivo de este ciclo monetario depende de cómo, cuándo y si la Fed puede arreglar su inmanejable balance sin dañar más la economía; más probablemente continuando con la estanflación o volviendo a ella, o menos probablemente, con una posible hiperinflación o inclusión una depresión deflacionista, el legado de Bernanke dependerá en definitiva de un legado Bernanke-Yellen. Puesto que, como apunta el Journal, “Los políticos (e incluso algunos expertos conservadores) han adoptado el patrón de Bernanke de que la tarea de la Fed es reducir el desempleo y gestionar el ciclo económico”, la perspectiva de que su legado se vea favorablemente es cada vez menos probable. Tal vez si los editores se unieran a Paul Krugman en leer y digerir completamente “A Reformulation of Austrian Business Cycle Theory in Light of the Financial Crisis” de Joe Salerno, podrían reprobar correctamente la política de Bernanke y la Fed antes, durante y después de la crisis.

¿Pero cuál debería ser la lección principal de un legado Greenspan-Bernanke? Está claro que si no hubiera habido un auge del crédito previo a la crisis, no habría habido ninguna gran crisis financiera ni por tanto ninguna necesidad de que Bernanke o cualquier otra persona lo hubiera hecho mejor durante y después de la misma. Aunque el análisis austriaco haya a menudo sido criticado, incorrectamente,[3] por no tener recomendaciones políticas sobre qué hacer durante la crisis y la recuperación, debería señalarse que si se hubieran seguido las recomendaciones austriacas de eliminar los bancos centrales y permitir libertad bancaria, no se habría producido esa crisis devastadora y no habría sido necesaria ninguna respuesta política heroica en la resultante comunidad libre y próspera.


[1] Ver Joseph T. Salerno, “An Austrian Taxonomy of Deflation – With Applications to the U.S.Quarterly Journal of Austrian Economics 6, nº 4 (2001).

[2] Ver John P. Cochran, “Bernanke: ¿El buen ingeniero?Mises Daily, 21 de marzo de 2013 y “Bernanke: Un mandato de fracasos”, Mises Daily, 31 de julio de 2013.

[3] Ver John P. Cochran, “Recesiones: La lista de cosas que no hay que hacer”, Mises Daily, 17 de febrero de 2013.


Publicado el 4 de febrero de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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