La reparación, el reemplazo y la división del trabajo

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[Este artículo se adaptó de “Repair or Replace” , publicado en The Art of Troubleshooting]

Como dijo Ludwig von Mises, la acción humana en un “comportamiento con un propósito”. Las máquinas amplifican nuestras acciones y se emplean con un propósito, para satisfacer un deseo. Cuando se estropea una máquina, persiste la necesidad que estaba atendiendo. Esto es lo que motiva cada reparación. Por tanto, cada proyecto de reparación tiene los siguientes elementos: una necesidad, un sistema averiado y un suministro finito de recursos de reparación. Esta disposición básica lleva a las siguientes opciones:

1. Reparar el sistema. 2. Reemplazar el sistema.

En todos los empeños, queremos cumplir nuestros deseos de la forma más eficiente: los recursos que ahorramos pueden emplearse en otros usos. La necesidad que está atendiendo una máquina rota es la consideración más importante: si puede atenderse con un coste menor de otra manera, la reparación se convierte en innecesaria.

El reparador como fabricante

Adam Smith señalaba que la “mayor mejora en los poderes productivos del trabajo y la mayor parte de la habilidad, destreza y juicio con el que se dirigen o aplican en todas partes parecen haber sido los efectos de la división del trabajo”.

Imaginemos ahora todas las piezas de un automóvil, desperdigadas por el suelo de un garaje. Tu tarea es ensamblar estas partes en un coche que funcione. Para hacer más interesante la cosa, tendremos un concurso: si puedes hacerlo más rápido que el fabricante, te quedas el coche. ¡Ya!

¿No te interesa? Este experimento mental es útil porque destaca una de las principales diferencias entre “reparar” y “reemplazar”. Recordarás que hay dos pasos para hacer cualquier reparación:

1. Encontrar el problema. 2. Arreglarlo.

El segundo paso, arreglar algo, es a menudo una recreación del proceso de fabricación. Para hacer que una máquina vuelva a funcionar, sigues los mismos pasos que se siguieron en la fábrica. El papel del reparador como fabricante de facto queda más claro cuando se piensa en cuántas veces puede reconstruirse una máquina durante su vida.

El problema es que el fabricante siempre será mejor ensamblando máquinas. ¡De eso depende su existencia: de convertir eficientemente materias primas en productos finalizados! Para eso, tienen muchas ventajas sobre el manitas en que te conviertes al hacer reparaciones: si el problema está en la máquina, debes ir ahí y estar preparado para arreglarla. Compara esto con la mano de obra altamente especializada utilizada en la fabricación. En general, el reparador debe conocer mucho más de la máquina que un trabajador individual en una cadena de montaje; sin embargo, ese conocimiento será superficial comparado con la profunda pericia de un trabajador que realice la misma operación, día tras día, sobre una parte concreta de la máquina.

Añadido a la ventaja del fabricante, ¡arreglar algo a menudo requiere desmontar la máquina! Esto significa invertir primero lo que se ha hecho en la fábrica y luego repetir el proceso de fabricación a partir de ese punto. Además de todo esto, tienes que descubrir primero dónde está el problema. Es un paso que el fabricante no tiene que dar. Por supuesto, los fabricantes también tienen que encontrar y superar problemas con sus productos, pero tratan de hacer esto anticipadamente en las fases de prototipos y pruebas. Una vez se establece el diseño de un producto, la fabricación se dedica a replicar eficientemente ese modelo, una y otra vez.

¿Y qué? Bueno, la diferencia en eficiencia entre el reparador y el fabricante influye mucho en la cuestión “reparación frente a reemplazo”. La única esperanza para que la reparación sea económicamente eficiente es usar una pequeña parte del trabajo y las partes que había en la máquina original. Como el coste de reemplazo es el patrón a batir, la ecuación básica para un ejercicio eficiente de reparación es:

Coste de descubrimiento del problema + Coste del arreglo < Coste del reemplazo equivalente

Hay muchas minucias, pero esta contabilidad básica es el punto de partida para cualquier discusión. Finalmente, señalar que es una ecuación que mira delante: no importa cuánto hayas gastado previamente en una máquina (también llamado “costos hundidos”). ¡A menudo me sorprende lo brutal que puede ser una depreciación del valor de una máquina! No puedes implicarte emocionalmente con lo que ha gastado en ella cuando era nueva: la única consideración relevante es el actual coste de reemplazo.

Reparación

La reparación tiene dos costes distintos: descubrir el problema y ejecutar el arreglo (incluye piezas y mano de obra). La primer paso, descubrir lo que está mal, puede ser muy variable. Para cosas de poco valor, es completamente posible exceder el coste de reemplazo solo en esta fase. Ahora es un buen momento para hablar de riesgo, porque la reparación normalmente incluye muchas más incógnitas que el reemplazo. Además del riesgo, pierdes tiempo descubriendo qué va mal, ejecutar un arreglo tiene sus propios riesgos. Siempre que desmontas algo, hay una posibilidad de que no puedas volver a recomponerlo.  Ciertas operaciones de reparación pueden requerir una serie muy larga de pasos para realizarlas perfectamente. También es fácil desperdiciar dinero en piezas: he hecho mal trabajos de reparación y me he quedado con una pila de componentes inútiles (muchas veces, incluso si puedes devolver los recambios, debes pagar una tasa de reposición). También he instalado piezas de recambio incorrectamente y las he destruido en el proceso. ¡Vaya, ahí se va dinero por el desagüe!

La reparación incluye muchos elementos de incertidumbre, que son similares a los riesgos que afrontan los empresarios. Los empresarios asumen riesgos con su capital y su tiempo, esperando obtener un beneficio. Los reparadores hacen apuestas similares con sus reparaciones. Además, el conocimiento obtenido de realizar un arreglo puede reutilizarse posteriormente: descubrirás atajos y trucos que acelerarán futuras reparaciones. Finalmente, podría no tener valor económico, pero también está la satisfacción interior de saber que puedes resolver tus propios problemas.

Reemplazo

El argumento para el reemplazo gira en torno a la certidumbre. Como se ha señalado, una reparación puede implicar muchos riesgos: el tiempo necesario para descubrir el problema puede ser muy variable y luego la reparación debe también realizarse correctamente. Comparemos eso con el reemplazo: comprando un sistema que ya funciona puedes evitar estas preocupaciones. Para garantizar su funcionamiento dentro de un marco temporal concreto, cambiar puede ser tu única opción, dadas las incertidumbres asociadas con la reparación.

Sin embargo, en el reemplazo no todo es de color de rosa. Aquí también hay riesgos e inconvenientes. Por ejemplo, una nueva máquina puede requerir un largo periodo de rodaje para convertirse en completamente funcional. Podría hacer falta una configuración extensiva o ajuste para integrar un reemplazo en tus operaciones. La otra cosa traicionera es la compatibilidad: el fabricante puede afirmar que una nueva máquina funcionará “igual que la vieja”, pero me han pasado muchas cosas como para ser escéptico sobre esas afirmaciones. Las máquinas pueden ser como los vinos de reserva: porque sean más nuevas, no significa que sean mejores. Las máquinas producidas en masa están pensadas para atraer a las masas: aunque sea bueno para el fabricante, los nuevos modelos pueden estar un paso por delante o por detrás en lo que se refiere a tu propósito concreto.

El dilema de reparación o reemplazo se enmarca en la necesidad que persiste después de que se estropea una máquina. Esta necesidad no atendida es básica y tus recursos están limitados, así que asegúrate de comparar las dos vías antes de tomar una decisión. Para que el arreglo sea competitivo, la causa debe identificarse rápidamente y los problemas asociados con las reparación hábilmente sorteados. Por otro lado, encontrar un reemplazo apropiado tiene sus costes y peligros. El deseo de ahorrar recursos dirige la búsqueda de la solución óptima; esta acción orientada a un objetivo, hecha a la vista de la incertidumbre, es la razón por la que el reparador y el empresario resultan ser almas gemelas.


Publicado el 28 de febrero de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.