Higgs, Hoppe y el ciclo del estado

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En el mito griego, Sísifo fue castigado en el Hades teniendo que empujar eternamente una piedra hasta lo alto de una montaña, solo para que esta cayera cada vez y tener que volver a empezar. Es una buena representación de la desesperanza ante una revolución y reforma del estado, que puede revelarse aunando las ideas de dos grandes intelectuales anarquistas libertarios.

Crisis y Leviatán

En una de las contribuciones más justamente celebradas al análisis del Estado, Robert Higgs desarrollaba y demostraba empíricamente cómo las emergencias públicas (incluyendo la variedad prefabricada), especialmente las emergencias de tipo bélico, son usadas fácilmente por los estados como excusa para grandes expansiones de poder tiránico doméstico.

Incluso si los “poderes de emergencia” se rebajan después de que pase la crisis, casi nunca desaparecen del todo a niveles previos a la crisis. Así que con cada crisis el Estado acumula cada vez más poder. Higgs llama a esto el “efecto trinquete”.

Por tanto, cuanto más belicista e imperialista (externamente tiránico) y por tanto más inductor de emergencias sea un estado, más tenderá a convertirse en internamente tiránico. El libro definitivo de Higgs sobre este tema se titula Crisis y Leviatán. Podemos llamar a esta idea la Tesis Crisis y Leviatán (TCL).

Ved, por ejemplo, como especialmente las guerras mundiales y la guerra contra el terrorismo llevaron a enormes expansiones nacionales del poder federal en EEUU y a recortes en las libertades estadounidenses.

Esta tesis implica lógicamente su reverso: los estados menos beligerantes tenderán a tener menos emergencias. Y con menos emergencias el estado será menos capaz de aumentar internamente e incluso puede encoger.

Ved, por ejemplo, cómo la economía rusa pudo liberalizar y crecer después de que Moscú abandonara su imperio y acabara con su bando en la Guerra Fría (aunque EEUU/la OTAN nunca actúo en realidad de forma recíproca).

Una complicación relativa a esta tesis es que los estados beligerantes también exportan “crisis” a las tierras que son objeto de su beligerancia. Los estados objetivos pueden usar el estado crónico de crisis que genera dicha beligerancia para crear fácilmente una mentalidad de búnker entre la población y así aumentar y hacer crecer su propio poder. Ved por ejemplo, la por otra parte aparentemente extraña longevidad de regímenes comunistas horriblemente opresivos en Rusia, Cuba y Corea del Norte bajo constantes amenazas y sanciones estadounidenses, especialmente frente a las rápidas reformas de las comunistas China y Vietnam después de que EEUU relajara sus políticas antagonistas y asesinas contra esas naciones. Probablemente no sea coincidencia que los rusos abandonaran el régimen comunista, no durante la primera fase de alarde militar de Reagan, sino solo después de que la a menudo olvidada détente EEUU-Rusia iniciada bajo Reagan y Thatcher estuviera en marcha.

La paradoja del imperialismo

Menos famosa que la tesis de Higgs, pero igualmente cierta, es una idea de Hans-Hermann Hoppe, quien desarrolló y demostró empíricamente cómo los testados menos tiránicos internamente tenderán a convertirse en más belicistas e imperialistas. Esto pasa porque la mucho mayor productividad de una población con un alto grado de libertad genera unos muy mayores ingresos fiscales por cabeza y un estado mucho más rico. Tal estado por tanto tendría mucha más capacidad de proyectar poder en el extranjero. Hoppe se refiere a esto como la paradoja del imperialismo y podemos llamarla la Tesis de la Paradoja del Imperialismo (TPI).

Ved como por ejemplo, cómo las quintaesenciales “tierras de los libres” (gran Bretaña y EEUU) también e convirtieron en los “hogares de los inadecuadamente valientes (beligerantes)”; en otras palabras, han sido, en sus apogeos, el imperios más grandes y expansionistas. Incluso los nazis dirigistas apoyaban su agresión expandiendo la riqueza y la fuerza laboral que creó Alemania en sus años industriales liberalizados.

El reverso de esta moneda también es cierto. Estados más tiránicos internamente tenderán a casos de cestas económicas que serían menos capaces de financiar o asumir competentemente un expansionismo exterior. Ved, por ejemplo, como la dirigista Unión Soviética estaba siempre a la defensiva en su cara a cara con EEUU a lo largo de la Guerra Fría. Como la ideología de sus propios súbditos es la única otra limitación importante sobre el poder del estado, y como a la gente le preocupa principalmente sus propio s problemas y muy poco los problemas de los extranjeros, generalmente solo la bancarrota limitará seriamente la beligerancia exterior. Esto se ha demostrado abundantemente en la historia. ¿Cuándo fue la última vez que un imperio próspero económicamente se contrajo voluntariamente? Incluso la fase de “espléndido aislamiento” del imperio británico fue en el mejor de los casos una ralentización del expansionismo (si es que lo fue) y no una contracción.

La paradoja del imperialismo acaba con el mito del minarquismo. Preguntad a una mujer cheroqui en el Sendero de las Lágrimas o a un hombre chino en medio de la Guerra del Opio acerca de la “era del gobierno limitado” de Estados Unidos o Gran Bretaña. Con el Estado, siempre hay algo que limpiar. Tiendes a tener estadounidenses relativamente libres alternativamente haciendo morir de hambre (con sanciones) o asesinado en masa a iraquíes en lo que equivale a una campaña de dos décadas de genocidio o a esclavizar a coreanos del norte dejando en paz a iraquíes. El mal ha hecho su trabajo, en un lugar o en otro.

Higgs se une a Hoppe: El ciclo del estado

Estas tesis de Higgs (TCL) y de Hoppe (TPI), si se aceptan, y cuando se unen, implican un ciclo del estado. Un ligero estatismo interno lleva a una fuerte estatismo externo (TPI), que lleva a un fuerte estatismo interno (TCL), que lleva a un ligero estatismo externo (TPI reverso), que lleva a un ligero estatismo interno (TCL reverso) y así sucesivamente.

Pero esta no es una especie de “ley de hierro de la evolución del estado. Las tesis de Higgs y Hoppe solo tratan tendencias ceteris paribus. Otros factores también desempeñan un papel y pueden contrarrestar estas tendencias. Pero las tendencias son reales y conocibles a través de análisis razonados de incentivos.

El ciclo del estado muestra la desesperanza sisifeana de una revolución y reforma dele stado. El cambio ideológico puede reformar un estado internamente, pero las reformas internas tiendes tienden a alimentar la beligerancia externa de un estado, que generalmente acabará invirtiendo las reformas de todas maneras. Y un estado casi nunca abandonará la beligerancia, salvo que se vea obligado por la escasez que se impone cuando es imprudentemente duro y exigente con su ganado humano.

No puede haber una victoria estable en la batalla por limitar el estado mediante revolución y reforma. Y, por tanto, el Esyado no puede reformarse progresivamente, ya sea por un régimen existente o uno nuevo y post-revolucionario. El único movimiento ganador  contra el Estado es no jugar a su juego. La única forma de romper el ciclo del estado es independizarse de él. Exactamente cómo hacerlo es un tema para otro ensayo, pero no implica guerra ni ningún otro tipo de agresión.

No seas Sísifo. Deja caer su piedra, vete de esta montaña y manda al Hades al infierno.


Publicado el 7 de junio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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