En septiembre de 1883, José Martí, apóstol de Cuba, publicó un artículo muy interesante sobre su preocupación económica del momento. Le nombró: “Libertad, ala de la industria”.
Como casi siempre, comienza el maestro el artículo con una excelente y fascinante descripción de lo que nos desea trasmitir:
Sin aire, la tierra muere. Sin libertad, como sin aire propio y esencial, nada vive. El pensamiento mismo, tan infatigable y expansivo, sin libertad se recoge afligido…
Y continúa asegurando que:
… así es la libertad la esencia de la vida.
Lo que llama la atención es que desde esa época ya el apóstol se comienza a preocupar por los niveles de intervención coercitiva de los gobiernos en las áreas de la economía y el comercio, ya que después de describir con tanta exquisitez la importancia de la libertad se pregunta:
Esto, que en todo es cierto, ¿cómo no ha de serlo en el comercio y en la industria?
Y continúa el artículo informándonos sobre los increíbles remates que estaban aconteciendo en la industria y ventas de algodón.
José Martí ya cuestiona a tan temprana hora, las tarifas arancelarias que imponen los gobiernos y remata su crítica al desmedido intervencionismo de los gobiernos asegurando:
Cuanto entra en la fabricación de los géneros de algodón, paga derechos altísimos: se reportan las fábricas de productos invendibles: se queda irremediablemente el obrero sin obra, por cerrarse el mercado a sus productos.
Si pudieran entrar libres de derechos, o con derechos legítimamente fiscales, los elementos de la producción, ésta podría hacerse de manera que, costando en la nación misma menos, lo cual para el obrero equivale a un aumento en el salario, pudiera luego ir a rivalizar con los productos similares en mercados extranjeros, lo cual significa para el obrero ocupación constante.
A nadie daña tanto el sistema proteccionista como a los trabajadores. La protección ahogar la industria, hincha los talleres de productos inútiles, altera y descalabra las leyes del comercio, amenaza con una tremenda crisis, crisis de hambre y de ira, a los países en que se mantiene. Sólo la libertad trae consigo la paz y la riqueza.
Excelente deducción lógica de Martí, en la lejana Nueva York de 1883, sobre economía. Meditar sobre lo desmedido de las intervenciones de los gobiernos continuará siendo un deber ciudadano ineludible para todos, pero he quedado confundido y con una duda: nuestro querido apóstol, ¿era liberal, libertario o economista austríaco?