Qué hacer mientras esperamos a acabar con la Fed

0

Hay una serie de buenas noticias en el frente de banca central. Dado el mal rendimiento de la Fed antes y después de la crisis financiera de 2007-08 y la Gran Recesión y sus ahora reconocidos 100 años de historia de fracasos, al menos algunos miembros del Congreso, incluso sin Ron Paul, están dispuestos ahora a considerar una reforma importante. Muchos libertarios que entienden que la reforma correcta a largo plazo es “acabar con la Fed” (o eliminar esencialmente la banca central: ver aquí o aquí), se han centrado más en la propuesta de auditar la Fed. Por otro lado, economistas no austriacos han estado más centrados en la Ley de Responsabilidad y Transparencia de la Reserva Federal y el objetivo de su reforma: una política basada en reglas en lugar de la política discrecional actual de la Fed, que es contraproducente, si no destructiva de la prosperidad.

Entre los defensores de la Fed y el status quo está Paul Krugman (ver también aquí) y su fiel compinche Alan Blinder. Ambos usan su típica mezcla de malos argumentos, engaños y distorsiones de la postura de sus oponentes. John B. Taylor, que considera correctamente una causa principal de la crisis que la Fed mantuviera demasiado bajos y demasiado tiempo los tipos de interés, también es un importante defensor de una política basada en reglas y responde aquí, aquí y aquí con referencias a algún trabajo empírico muy bueno. Este trabajo demuestra que la política del banco central es mejor cuando sigue una aproximación basada en reglas cuando se compara con periodos de políticas discrecionales y a ojo. Suponiendo que los austriacos tienen razón y que la reforma real es acabar con la banca central  y reemplazarla por una moneda fuerte elegida por el mercado y libertad bancaria), ¿por qué deberían los austriacos implicarse o preocuparse por la discusión de la reforma de reglas frente a discreción?

Cómo limitar el daño de la Fed

En un artículo reciente del Quarterly Journal of Austrian Economics, “The Natural Rate of Interest”, Edwin Rosen y Adrián Ravier explican por qué. Los bancos centrales es probable que sean instituciones clave para el “futuro previsible”. Por tanto, el fin de “la interferencia del gobierno en el mercado en general y su manipulación de la oferta monetaria en particular” es una “aspiración no realista”. Dada esta realidad, el “objetivo se convierte en cómo minimizar de la mejor manera posible su desafortunado impacto negativo [de la banca centralizada] sobre la economía”. Los austriacos están en una disposición única para ofrecer respuestas que es más probable que garanticen reglas sugeridas a que se ocupen de “dos debilidades importantes” que afrontan todos los bancos centrales: “susceptibilidad a la presión política e inadecuado conocimiento económico”. Además, los austriacos entienden mejor la verdadera naturaleza del “dinero fuerte” y sus “síntomas (…) pleno empleo y estabilidad económica”. Rosen y Ravier recomiendan una regla “que siga la doctrina del equilibrio monetario de Wicksell”. Aunque reconocen que la regla “no eliminaría las fluctuaciones de precios a corto plazo”, creen que su regla propuesta llevaría a resultados más conducentes a “estabilidad económica libre de inflación” y “crecimiento sostenido”, que se ha echado de menos en EE. UU. desde el principio de la Fed. Otros economistas austriacos o de influencia austriaca ya han hecho contribuciones significativas a la discusión. Los ejemplos incluyen a Nicolás Cachanosky, “NGDP Targeting: Is 5 Percent Too Much?” Alexander William Salter, “Is There a Self-Enforcing Monetary Constitution?” y Alexander William Salter y Thomas Hogan, “A Hiccup in NGDP Targeting: Supply-Side Problems with Demand-Side Policy”. Cochran proporciona una evaluación de algunas reformas propuestas, desde una perspectiva austriaca.

¿Deberían entonces los austriacos renunciar a la aspiración a largo plazo de un dinero fuerte determinado por el mercado “Dejar al mercado la producción del dinero”? ¡Definitivamente no! La solución se encuentra en divisas en competencia y una eliminación del dinero fiduciario. Los impedimentos son actualmente muchos. Los bancos central y las divisas nacionales están protegidos no solo por numerosos privilegios legales especiales, sino por incontables restricciones a las monedas privadas en contratos privados y a los usos de divisas extranjeras, incluyendo restricciones limitando el uso de divisas extranjeras, incluyendo restricciones a las divisas para el pago de impuestos. Además, deben eliminarse todos los impuestos y tasas sobre transacciones monetarias.

Un punto de partida para la reforma

Aunque anticuado, el artículo de Ron Paul “Transition to Monetary Freedom”, sigue siendo muy relevante. Paul sugería que las reformas monetarias incluyeran:

  1. Acabar con todas la leyes de curso legal. “La libertad monetaria termina donde empiezan las leyes de curso legal”. Tras esta sugerencia hay un derecho fundamental, la libertad de contratación (y el derecho a que se hagan cumplir y no se deroguen dichos contratos por el gobierno) es uno de los pilares fundamentales de una sociedad libre”.
  2. Definir el dólar. Para Paul, “Es secundario si defenimos el ‘dólar’ como un peso del oro o como un peso en plata. Lo importante es que se defina”.
  3. Crear una nueva acuñación y permitir la acuñación privada de monedas bajo sus propias marcas comerciales. Esto debe acompañarse por “eliminación de impuestos a ganancias de capital y de todos los impuestos a las transacciones, como los de bienes específicos y ventas”.

¿Cuáles son los beneficios esperados de dichos cambios? Paul explica:

En los últimos seis años, el premio Nobel, Friedrich Hayek, ha llamado la atención de nuevo sobre las ventajas económicas de un sistema de divisas en competencia. En dos libros, Choice in Currency y  La desnacionalización del dinero, el profesor Hayek propone que se eliminen todos los obstáculos legales y que se permita a la gente elegir libremente lo que quería usar en sus transacciones. Esas monedas en competencia podrían ser divisas extranjeras, monedas privadas, monedas públicas, billetes privados de banco y más cosas. Esa libertad de elección sin restricciones generaría divisas o monedas más fiables que se ganaran la aceptación pública y desplazaran a competidores menos fiables. El dinero bueno (en ausencia de coacción pública) desplaza al malo.

Los bancos centrales en general, y la Fed en particular, están aquí para quedarse para el futuro previsible. Dado que los austriacos son los que entienden más completamente los males perpetuados en la economía por bancos de reserva fraccionaria especialmente privilegiados y apoyados por un banco central, definitivamente los austriacos deberían contribuir a las segundas mejores soluciones al estilo de Rosen y Ravier. Pero también hay que tener en cuenta que una buena política de un banco central es solo una mala política que podría ser peor. El mejor resultado a largo plazo es la competencia abierta de divisas que tenga el potencial para reducir la influencia del banco central y mejorar su rendimiento. A largo plazo, los bancos centrales y sus divisas fiduciarias podrían desaparecer y los consumidores elegir alternativas de dinero fuerte ofrecidas en el mercado.


Publicado originalmente el 25 de febrero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

Print Friendly, PDF & Email