Haciendo que el mundo sea democrático

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Durante tiempos turbulentos como el presente, los americanos hacen pedidos fervientes por la “democracia”, la cual ellos equiparan con la libertad. El Presidente Bush está ansioso de imponer democracia sobre Irak y sobre otros países con cuyos gobiernos él está en desacuerdo. Woodrow Wilson sólo quería “hacer que el mundo sea un lugar seguro para la democracia”: Bush quiere hacer que todo el mundo sea democrático. Todos parecen tomar como un hecho que la democracia es la forma ideal de gobierno.
¿Por qué? ¿Qué es tan grandioso acerca de un gobierno por mayoría? Una mayoría puede ser tan tiránica como un solo dictador y mayorías han muchas veces privado a minorías e individuos de sus derechos – los han explotado, esclavizado y asesinado. La Atenas democrática ejecutó a Sócrates.
Gobierno por mayoría tiene sus ventajas, mientras que no amenace o viole principios más fundamentales; un club de ajedrez puede elegir a sus oficiales pero no puede votar para cambiar las reglas básicas del ajedrez, o deja de ser un club de ajedrez.
Desde Platón, la mayoría de los grandes filósofos políticos han detestado la democracia, temiendo que demagogos estimularían y explotarían las pasiones egoístas de la mayoría. La mejor crítica reciente a la democracia es el libro de Hans-Hermann Hoppe, Democracia: El Dios Que Falló (“Democracy: The God That Failed”).
Los autores de la Constitución de los Estados Unidos soportaron muchos dolores para crear un sistema republicano en el cual un gobierno por mayoría sería atemperado e inhibido por muchas restricciones. Ellos creían que la mejor garantía para la libertad era especificar los poderes del gobierno y limitar a éste estrictamente a esos poderes.
Sin embargo, nosotros ahora hablamos como si América, libertad y democracia fueran todas la misma cosa. Se asume que el gobierno puede hacer con justicia casi cualquier cosa, siempre que lo haga con el apoyo de la mayoría.
En realidad, nosotros no debemos nuestras libertades a la democracia. Las debemos a tradiciones legales más antiguas, heredadas de la ley anglosajona: habeas corpus, proceso legal justo, la presunción de inocencia, el derecho a un juicio ante los pares de uno, etcétera. Los autores de la Constitución fueron lo suficientemente sabios en preservar estas protecciones contra un poder estatal arbitrario.
Pero la Constitución, desafortunadamente, ha fracasado en proveer suficientes salvaguardias. Sus protecciones han sido socavadas – por la democracia. La Declaración de Derechos dice que nadie puede ser despojado de su propiedad “sin un proceso legal justo.” Esto significa un juicio individual en el cual se prueba que el acusado ha perdido su propiedad por causa de sus propios actos.
Pero la democracia nos despoja a todos nosotros a través de los impuestos y la inflación monetaria. El ciudadano común tendría que cometer un gran crimen para ser penalizado con el monto que se le fuerza a él a pagar al gobierno en impuestos anuales. El es, en efecto, severamente castigado sin un juicio – por vivir en una democracia.
No obstante, se le dice a él que es bendecido por vivir en una democracia. ¿Por qué? ¡Porque él puede votar! ¿Y si él es derrotado en una votación por gente que quiere que el gobierno tome su dinero para dárselo a ellos? Bueno, mala suerte. Las cosas se dan así. Y, al fin y al cabo, él puede usar su voto para defenderse a si mismo de otros votantes. Eso, se le enseña, es la libertad.
Por supuesto, eso es una broma pesada. El voto individual importa en un juicio ante un jurado porque puede decidir el veredicto, especialmente cuando un veredicto unánime es requerido. Pero cuando millones votan y una mínima mayoría es decisiva, el valor del voto individual está cerca de cero. Un economista ha calculado que tienes más posibilidades de ser atropellado en el camino a los comicios que de hacer una diferencia con tu voto.
No es de extrañarse que la democracia haya sido definida como “dos lobos y un cordero votando sobre que tener para el almuerzo.” Suficiente sobre la idea de que votar es una libertad fundamental, o de que protege a la libertad. Cuanto más democrático se ha vuelto el Gobierno de los Estados Unidos, más grande y más rapaz se ha vuelto. Los corderos continúan perdiendo las elecciones.
El principio de la democracia es bastante malo por si sólo. Pero en la práctica, la democracia produce también políticos corruptos, empeñados en obtener ganancias a corto plazo para si mismos. La brevedad de su cargo les da una incentiva de “hacer uso inteligente de las oportunidades mientras duran”. El soborno, a menudo con formas técnicamente legales, es frecuente, y un número sospechoso de nuestros servidores públicos se retiran con fortunas que parecen estar un poco fuera de línea con sus salarios.
No, el mundo no necesita más democracias. Necesita más libertad – una cosa inmensamente diferente.

Publicado orginalmente el 20 de agosto de 2002. Traducido del inglés por John Leo Keenan para liberalismo.org. El artículo original se encuentra aquí.

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