Ragnar Frisch: El primer premio Nobel elegido por encima de Mises

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Nobel PrizeEn mi primer año de licenciatura en economía en la Universidad Humboldt en Berlín en 2008, acudí a una clase sobre economistas ganadores del premio Nobel de uno de mis profesores. Otro alumno en la audiencia le preguntó si había economistas que hubieran merecido un premio Nobel pero nunca lo obtuvieron. Su respuesta se aproximó a la siguiente: “John Maynard Keynes habría recibido sin duda el premio, pero no vivió lo bastante para que eso ocurriera. Entre los economistas que potencialmente podrían haber ganado el Nobel, pero no lo hicieron, creo que Ludwig von Mises lo habría merecido por el trabajo de toda su vida”.

La mayoría de los economistas austriacos estarían sin duda de acuerdo. De hecho, Mises murió el 10 de octubre de 1973, por lo que, con un poco de buena suerte, habría tenido cinco oportunidades de ganar el premio, cada octubre de 1969 a 1973.[1] Curiosamente, Hayek ganó el premio solo un año después por sus primeros trabajos sobre teoría monetaria y fluctuaciones económicas, que esencialmente son desarrollos de la teoría del ciclo económico de Mises. Murray Rothbard, que alababa a Hayek por sus numerosas contribuciones a la economía y otras disciplinas calificaba de “paradójica” la decisión del comité del Nobel:

Paradójica porque si alguien merecía el premio Nobel más que Hayek era claramente su mentor, Ludwig von Mises. Lo que somos dados a la especulación cínica podríamos pensar que el Comité del Premio Nobel de Suecia retuvo deliberadamente el premio hasta la muerte de Mises, pues de otra manera tendrían que haberle dado el premio a alguien al que consideraban imposiblemente dogmático y reaccionario.

No podemos saber qué razones y motivaciones hubo detrás de la concesión a Hayek del premio en 1974, pero es evidente que este, como economista de libre mercado, fue la excepción entre los primeros receptores. Mises también lo hubiera sido, y probablemente más. Todos los demás receptores anteriores a Hayek, también Gunnar Myrdal que lo ganó conjuntamente con él, fueron defensores de la planificación económica y habían contribuido en mayor o menor grado a la transformación de la economía en una disciplina matemático-cuantitativa diseñada como las ciencias naturales.

Un buen ejemplo es el primer receptor del premio Nobel en 1969, el economista noruego Ragnar Frisch (1895-1973), el primer economista elegido por encima de Mises.[2] Frisch ha sido calificado como el “originador de la econometría” y de hecho usó y definió el equivalente en idioma francés “économétrie” con el sentido ahora comúnmente aceptado de la palabra en su primera publicación de economía de 1926.[3] En este trabajo, Frisch reclama una genuina transformación de la economía “en una ciencia en el sentido estricto de la palabra”. Quería “someter las leyes abstractas de la economía política teórica o economía ‘pura’ a verificación experimental y numérica”. Explica que su trabajo es un intento de llevar a cabo el sueño de William Stanley Jevons: la cuantificación y medición de la utilidad.

Con ocasión de su discurso en memoria de Nobel realizado en 1970, declaraba que se había hecho realidad al menos una versión algo más débil de su sueño, dado el avance de la econometría moderna. Este fue el avance que Frisch ayudó a crear y por el que se le concedió el premio Nobel. Lo interesante de Frisch es que trató de establecer la conexión de la teoría econométrica a aplicaciones políticas prácticas como pocos otros econometras modernos. Aunque no llegó a la formalidad y sinceridad del tono misesiano, Ragnar Frisch destacaba la importancia y relevancia de los esfuerzos científicos para la humanidad: “No puedo estar contento si no puedo creer que al final los resultados de nuestros esfuerzos pueden utilizarse de alguna forma para la mejora del destino del hombre pequeño”.

Por tanto, Frisch concebía la econometría como una herramienta para resolver problemas económicos y sociales y como una guía para la planificación económica para la mejora de la sociedad. Quería librarse de la arbitrariedad del análisis económico cualitativo clásico, que podía llegar a y defender “cualquier conclusión”.

Pero al mirar más de cerca cómo habría establecido un modelo econométrico formal para la planificación económica se generan amplias dudas sobre si su aproximación habría aliviado a la sociedad de algo de dicha supuesta arbitrariedad. Por ejemplo, Frisch afirmaba que podía derivarse una preferencia cuantitativa formal para la toma de decisiones políticas  por parte del econoometra experto a través de varias rondas de entrevistas a las autoridades políticas al cargo, una conclusión a la que ha llegado “no solo bajo fundamentos teóricos, sino también debido a (…) experiencias prácticas”. Explica:

Como ejemplo sencillo de una pregunta de entrevista podemos tomar la siguiente: ¿Qué elegirías como político si tuvieras la alternativa entre dos paquetes de resultados económicos, por ejemplo, un paquete con, digamos, un 3% de desempleo y una tasa de inflación del 5% y otro con, digamos un 10% de desempleo y una tasa de inflación del 1%?

Utilizando toda una serie de estas opciones de paquetes, el “experto será capaz de construir una función de preferencia” y en el próximo paso

Volverá a su computadora electrónica en la que ya ha introducido los datos correspondientes al núcleo de la economía. A esto añadirá ahora la formalización de las preferencias en la forma cuantitativa tal y como la ve ahora. De esta voluntad llega una solución, en forma de una vía óptima de desarrollo para la economía. La optimalidad se define a través de las preferencias de esta parte y en la formalización de preferencias a la que ha llegado ahora el experto.

Utilizando una computadora, el econometra puede producir automáticamente una solución para la vía óptima de desarrollo de la economía y las correspondientes medidas políticas a tomar para alcanzarlo.

Cuando el experto vuelva a los políticos con su solución, los políticos tal vez digan: “No, esto no era realmente lo que queríamos. (…) Tenemos que cambiar estos aspectos concretos de tu solución”.

El experto entenderá con más o menos precisión qué tipo de cambios se necesitan en la formulación de la función de preferencia para producir una solución que se acerque más a lo que dicen ahora que quieren los políticos. Esto lleva a un toma y daca. De esta manera se trabaja paso a paso hacia una formulación de preferencia tal que los políticos puedan decir acerca de la solución resultante: “De acuerdo, esto es lo que queríamos ver”.

Para ser justos, Frisch no está afirmando que valga todo, ¿pero protegería realmente esa aproximación frente a medidas políticas arbitrarias? Hay una buena razón para dudarlo. Considerando algunos de sus otros escritos, es casi inevitable una sensación natural de escepticismo hacia el papel del econometra experto y constructor de modelos. En sus lecciones de la Universidad de Yale realizadas a principios de la década de 1930 bajo la invitación de Irving Fisher, describía así el papel y procedimientos del economista científico:

No tenemos nada salvo un misterioso e innato “sentido del olfato” que nos guía por lo general hasta que entramos en la vía correcta. Esta es precisamente la razón por la que el científico ha de ser considerado un soberano lógico en el mundo de su modelo. Es como un monarca absoluto sabio. Sabe que esta es la única manera de alcanzar definitivamente sus fines. Escucha las sugerencias de los hechos, pero se preocupa de considerarlos como no obligatorios.[4]

Frisch no era evidentemente tan pretencioso como para suponer que el mundo del modelo econométrico sería realista en todos sus aspectos. Consideraba que era un ejercicio de aproximación, pero aun así, como dice en una carta a F.C. Mills del 21 de febrero de 1928:

Empezamos este tipo de trabajo de aproximación sin saber exactamente a qué estábamos tratando de aproximarnos. Nos dedicamos seriamente a disparar al blanco sin tener ningún blanco al que disparar.

Bueno, yo sugeriría que los objetivos han sido la sociedad y su economía y Frisch expresa precisamente el tipo de mentalidad que tuvo bastantes oportunidades de tratar de mejorarlas en el último par de décadas. ¿Fue realmente para mejorar el destino del hombre pequeño? En todo caso, el Comité del Nobel de Suecia ha tenido una porción en la promoción de la planificación económica, no solo por elegir a Frisch por encima de Mises en 1969.


Publicado originalmente el 13 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

[1] El receptor debe estar aún vivo en el momento del anuncio del premio, que se hace habitualmente en octubre de cada año. Así que en 1973 podría haber sido un caso límite.

[2] De hecho, FRisch ganó el premio conjuntamente con el holandés Jan Tinbergen (1903–1994) “por haber desarrollado y aplicado modelos dinámicos al análisis del proceso económico”. Frisch es el más interesante de ambos, al haber desarrollado con más detalle una aproximación pragmática para aplicar su economía a problemas políticamente relevantes.

[3] Ver Frisch, R. (1926): “Sur un problème d’économie pure”, Norsk Matematisk Forenings Skrifter 1 (16): 1-40. Se publicó una traducción al inglés bajo el título  “On a Problem in Pure Economics” en Chipman, J. S. (ed.) (1971), Preferences, utility, and demand: a Minnesota Symposium.

[4] Citado en Bjerkholt, O. y A. Dupont (2010): “Ragnar Frisch’s Conception of Econometrics”, History of Political Economy 42 (1): 36.

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