Donald Trump es la menor de las preocupaciones de Latinoamérica

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La elección de Donald Trump ha sacado completamente de sus casillas a los medios de comunicación y los círculos intelectuales en Estados Unidos.

No es solo eso, sino que la prensa y la intelectualidad internacionales están también sin palabras ante el ascenso inesperado de Trump a la presidencia estadounidense.

Los más notables de estos medios internacionales son aquellos se usan el idioma español, como Univisión, que calificaron constantemente Trump como una amenaza para la los hispanos e incluso argumentaron que sus políticas producirían un subdesarrollo en Estados Unidos al estilo latinoamericano. En la misma línea, otros expertos creen que la retórica y las políticas de Trump llevarán a males económicos en toda Latinoamérica.

Para empezar, el subdesarrollo de Latinoamérica es indicativo del fracaso de las políticas de estilo socialista/mercantilista que han sido elementos fijos de la mayoría de estos países mucho antes de que Trump llegara al cargo. Al contrario que Latinoamérica, Estados Unidos ha evitado en general caer en este abismo económico y continuará haciéndolo en buena medida gracias a la naturaleza de sus instituciones políticas.

Aunque haya preocupaciones legítimas acerca del impacto de las medidas económicas más proteccionistas y las políticas de inmigración de Trump, la amenaza principal para la estabilidad de los países de Latinoamérica sigue siendo la misma: sus propios gobiernos.

Trump como chivo expiatorio

La paranoia anti-Trump presentada por los intelectuales y personajes políticos latinoamericanos no es más que una pantalla de humo que desvía la atención de la corrupción de la clase política en esa región, que es la principal culpable detrás de su escuálido estado. Este chivo expiatorio es la parte de un complejo de víctima perpetuado por los marxistas y sus primos socialdemócratas en el que se culpa al “imperialismo yanqui” del subdesarrollo de la región. Sin embargo, si escarbamos un poco aparece un panorama muy diferente.

Durante décadas, Latinoamérica ha aplicado políticas mercantilistas anticuadas, se ha embarcado en experimentos socialistas radicales, al estilo de Cuba y Venezuela o reformas del FMI (que se revelaron como medidas medio socialistas cuando se miran más de cerca). Los resultados han ido de desastrosos a mediocres y han dejado mucho que desear. De esto no se puede culpar solamente a Estados Unidos.

Naturalmente, es fácil encontrar demonios en el extranjero, en lugar de mirarte al espejo e identificar las causas reales de los problemas económicos de tu país.

Los aranceles de Trump

Las políticas arancelarias de Trump, especialmente su última propuesta de gravar los productos mexicanos un 20% son verdaderamente una razón para preocuparse. Los aranceles tienen un historial demostrado de empobrecimiento de consumidores y daño a los productores que poseen una ventaja comparativa  en la exportación de ciertos bienes. Sin embargo, el asunto arancelario apenas rasca la superficie del dilema del subdesarrollo de Latinoamérica. Los problemas de Latinoamérica constan de un paquete de políticas económicas estatistas  (licencias profesionales caras, prohibiciones de importación, cuotas, restricciones salariales, sindicalismo, políticas monetarias laxas, expropiaciones, controles de precios y capitales, etc.) que han aherrojado la región desde su independencia de España en el siglo XIX.

Francamente, EEUU no es el culpable en este caso. Es culpa de la arrogante clase política de Latinoamérica que tiene la temeridad de continuar insistiendo en políticas económicas fracasadas y mantener instituciones políticas primitivas que no estimulan el crecimiento económico e institucional.

Al final, la mayor amenaza para los países latinoamericanos no es Trump ni ninguna otra administración de EEUU. La mayor amenaza está en los regímenes latinoamericanos.

Estos gobiernos tienen un historial demostrado de empobrecimiento de sus propios ciudadanos que no podrían generar ni los aranceles más punitivos de EEUU ni sus intervenciones erróneas.

Los latinoamericanos deberían pararse y reflexionar sobre por qué sus economías no logran los niveles de crecimiento y renta que han estado deseando, en lugar de hombres de paja extranjeros como Trump. Esto solo sirve para que las corruptas clases gobernantes de la región oculten sus muchos fracasos. Naturalmente, estas élites continuarán saqueando la riqueza de sus países con impunidad sabiendo que basta con que conjuren su retórica antiestadounidense en cada momento para desviar la atención de sus acciones nefastas. Una vez Latinoamérica pueda superar su costumbre autodestructiva de hacer a otros países chivos expiatorios de los problemas que han creado nacionalmente, la región será por fin capaz de aprovechar todo su potencial.


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