La escuela austriaca contra Max Horkheimer

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El presente ensayo es una respuesta y una serie de consideraciones desde un punto de vista liberal-libertario de la escuela austriaca a la antropología, sociología, filosofía, historia y demás expuesta por uno de los filósofos de la escuela de Frankfurt. Este filósofo es Max Horkheimer y la crítica es a su texto llamado Observaciones sobre la antropología filosófica, una parte de su libro titulado Teoría Crítica. El objetivo de este trabajo es contraponer sus visiones formuladas ahí, provenientes de tradiciones de pensamiento de corte colectivista, tales como el marxismo, con otras que son de diferente naturaleza. Estas segundas visiones son aquellas que vienen principalmente de la escuela austriaca. Se tratan en el ensayo diferentes temas, como el materialismo histórico, la teoría de clases, la relación entre Horkheimer y el pensamiento de Gramsci y sobre qué es y qué no es civilización.

1. Historia: materialismo histórico y dialéctico

Horkheimer (2004) propone estudiar y entender al ser humano dentro de una historia y una sociedad vistas desde el materialismo histórico y dialéctico, mostrando cómo las creencias compartidas en un momento histórico cumplen funciones ideológicas. Esto que dice el autor está influenciado por la teoría del materialismo marxista, que viene a decir que las relaciones humanas están fuertemente influidas por el sistema de producción de la época. Las relaciones sociales entre las personas están condicionadas por las relaciones de producción. Las relaciones de producción crean lo que Marx (2019) llamó luego superestructuras y estas superestructuras crean después unas formas de conciencia social. Es la base material la que determina la conciencia. Los modos y las relaciones de producción condicionan fuertemente las relaciones humanas y sociales. Es la relación de producción la que determina las relaciones sociales y no las relaciones sociales las que determinan las relaciones de producción. Entonces, la realidad está configurada, por así decir, en cuanto a los modos y relaciones de producción. Para conocer esto, el cómo funciona la realidad, Marx hace un estudio de la historia y ve que la historia es básicamente una lucha de clases. Una lucha extensa, duradera y severa, pero necesaria.

El marxismo es un determinismo. La historia ya está dicha por Marx y aquellos que lo siguen, la historia está condicionada, cerrada, la historia no está abierta. Marx en sus teorías construye un modelo, construye un mundo, una sociedad que es el modelo inevitable que viene determinado por la historia, el modelo que llegará tarde o temprano. Marx tiene la convicción de que la historia es como una ciencia natural, que se mueve en torno a leyes de la naturaleza. Como ejemplo de ley física podemos poner la ley de la gravedad. Si conozco esta ley puedo predecir que si dejo caer una taza de mi mano, esa taza acabará en el suelo. Entonces, siguiendo esta lógica, si conozco las leyes de la historia (como cree Marx), puedo predecir la historia. La historia para el marxismo tiene ya un final predefinido, como la taza que dejo caer de mi mano. Como Marx cree que conoce las leyes de la historia, cree que puede conocer que pasará en la historia, como yo sé que pasará con mi taza. Marx hace una serie de predicciones, entre ellas que el final predefinido de la historia es el comunismo, que llegará tras la revolución del proletariado y el socialismo. El comunismo es la etapa final de la historia. Este comunismo tiene un fuerte carácter utópico,[1] parece que es una sociedad buena, bonita, benévola, que incluso puede recordar al paraíso de la religión cristiana, donde ya no hay problemas y todos vivimos como hermanos, un mundo sin capitalismo, un mundo perfecto, sin precios, sin explotación, donde los trabajadores son los dueños de los medios de producción. Marx quiso bajar el paraíso cristiano del mundo de las ideas platónico al mundo terrenal.[2] En otras palabras, una religión atea con Marx como profeta y con unos marxistas con una fe revolucionaria. Este final de la historia no puede ser evitado, no hay, como en los videojuegos, un final alternativo. El futuro del socialismo es ineludible.

Por esto dice el autor que no podemos comprender la cultura y sus productos sin referirnos a la dinámica de la oposición de clases, esta es la parte propiamente dialéctica de la teoría, la oposición entre la clase de la burguesía y la clase del proletariado. (Horkheimer, 2004). Esta dinámica de clases escapa a la voluntad de los hombres, se da siempre. Para Marx (2019) cada clase social[3] tiene una ideología propia. Hay dos clases y dos ideologías, burguesía y proletariado. Por eso no concibe Marx un “proletario burgués” o un obrero de derechas, lo vería como una contradicción.[4] Vemos también aquí una colectivización y una generalización por parte de Marx, que parece conocer el interés de la clase obrera entera, lo que quiere cada persona obrera. Cada obrero tendrá unos gustos y unos intereses, a unos les gustará el fútbol, a otros el tabaco… Y de ahí no se sigue necesariamente un interés común.[5] Si un obrero quiere hacer revolución y otro no, ¿qué obrero está en lo correcto? Además hay obreros de muchos tipos, los que trabajan en fábricas, los que trabajan en casas, los que trabajan en empresas… Es cierto que la división tan avanzada del trabajo que hay hoy Marx no la conoce pero, aun así, sigue habiendo bastantes marxistas a día de hoy que aprueban esta teoría a pesar de la fragmentación que hay entre obreros. Hay obreros hombre y mujer, inmigrante y nativo (y lo mismo para la clase burguesa). ¿Qué interés es el correcto a seguir? Además, si ser obrero es ser un asalariado, un trabajador que no tiene los medios de producción, Cristiano Ronaldo, de acuerdo a ese criterio marxista sería un explotado y un barbero con un trabajador contratado, un explotador. Este criterio adolece de coherencia. El criterio de explotación es arbitrario y subjetivo, no hay una tabla ni una medida que diga cuándo hay explotación y cuándo no. Según Marx, Ronaldo sería un proletario y el barbero, un burgués.

La historia no está dicha o cerrada, sino que está abierta. La historia de la humanidad es la historia de la acción humana, y los humanos no sabemos lo que vamos a hacer continuamente, no sabemos el futuro, no sabemos qué van a hacer millones de personas e incluso si lo supiéramos siempre pueden surgir imprevistos. Predecir el futuro no es posible (cf. Mises, 2016, 2018). No creo que haya leyes históricas como dice Marx, el futuro está abierto a nuestras acciones, al libre albedrío, no al determinismo histórico. Es más, ninguna de las leyes de Marx se cumplió.

En contraposición, la historia es, en palabras de Murray Rothbard:

Mi perspectiva básica de la historia del ser humano… atribuye una importancia central al gran conflicto que libran eternamente la Libertad y el Poder… Veo la libertad del individuo no sólo como un enorme bien moral en sí mismo (o, siguiendo a Lord Acton, como el mayor bien político), sino también como la condición necesaria para el florecimiento de otros bienes que la humanidad tiene en gran estima: la virtud moral, la civilización, las artes y las ciencias, la prosperidad económica. Las glorias de la vida provienen entonces de la libertad (Tucker, p. 107).

2. Horkheimer y Gramsci

Con esto se han trazado los primeros esbozos de una antropología marxista. Hay que decir que Horkheimer no comparte la teoría de la revolución del proletariado, sí la visión de que el socialismo llegará, pero no de la misma manera en la que lo cree Marx. Horkheimer pertenece a la escuela de Frankfurt, y estos pensadores ven al socialismo desde una perspectiva más occidental y moderna. No están a favor de la violencia como sí lo estaría un marxista ortodoxo. Horkheimer rompe con este esquema ortodoxo por influencia de Antonio Gramsci. La estrategia de Gramsci es novedosa y muy inteligente. Gramsci (2017) decía que el socialismo llegaría no por la revolución proletaria armada, sino cuando la gente sea socialista. El socialismo llegará cuando la gente sea socialista. Si la gente no es socialista, no habrá socialismo. La determinación marxista clásica ya no es tan fuerte. Entonces ¿cómo hacemos que la gente sea socialista? La respuesta de Gramsci es que hay que educar a la gente en el socialismo, para ello hay que controlar los medios de educación y los medios de comunicación, en otras palabras, adoctrinar a la población para que sean socialistas y así haya socialismo. Incluso la gente será socialista y pedirá socialismo sin darse cuenta, serán socialistas sin saberlo. Esta es la estrategia de Gramsci.

Gramsci ha vencido por completo, la gente pide socialismo sin saber que son socialistas, es más, algunos piensan que no son socialistas pero piden cosas socialistas. Como por ejemplo sanidad, educación y pensiones públicas, transporte público, carreteras… Gramsci y sus aliados ideológicos han conseguido que la gente vea el mundo con ojos socialistas. Hay muchos ejemplos que podríamos poner pero todos en general muestran que la gente no concibe maneras de hacer las cosas que no sean sin Estado, es decir, sin socialismo.[6] Gramsci ha triunfado.[7]

3. Teoría de clases

La teoría de las dinámicas de clases[8] no es algo esencialmente marxista, ya había autores que hablaban de clases antes de los marxistas, estos eran autores como Herbert Spencer (2019), Benjamin Constant y los liberales franceses y anglosajones del siglo XIX. Es una tradición que viene de Jean Baptiste Say y los industrialistas (Liggio, 1997).[9] Se suele creer que la teoría de clases es pura y solamente marxista pero no es así. Eso sí, la teoría de clases libertaria no es la misma que la marxista. La tesis de la guerra de clases no termina de ser errónea —más que ser en torno al control de los medios de producción como dice Marx—, parece estar en torno a las relaciones de poder. Esta relación de poder no es otra que la del poder del Estado contra el resto de la población. Solía decir Mises (2018) esto:

La filosofía social de Occidente es, en esencia, la filosofía de la libertad. La historia de Europa, así como la de aquellos pueblos de emigrantes europeos y sus descendientes en otras partes del mundo formaron, casi no es más que una continua lucha por la libertad (p. 435).

La tesis de Marx no está bien enfocada. La idea de lucha de clases no es en origen marxista, sino liberal, y estos veían la lucha de clases de modo que era la clase del Estado contra la sociedad civil. Las clases se definían por el modo de obtener la renta. Hay una clase que obtiene renta de la otra y esta otra es la que produce esa renta primeramente (Hart, 2018). La primera clase es el Estado, es decir, la clase política, la segunda clase es la sociedad civil o el mercado, en otras palabras, la clase productiva. El objetivo de la clase política es sacar la mayor parte de renta posible de la clase productiva ya que esta primera vive de la segunda. La visión de clases libertaria también dice que la clase política, utiliza técnicas para extraer la renta, estas técnicas serían por ejemplo los impuestos y la coacción. Lo hace consciente y deliberadamente. La renta de la clase productiva es extraída por la clase política, a mayor nivel de socialismo, mayor extracción de renta. El socialismo es el mejor amigo de la clase política y la anarquía de propiedad privada, su mayor enemigo.[10] Por tanto, vemos dos modelos de organización de la producción, el primero que es por medio de la violencia y la coacción sistemática, que sería el de la clase política y el segundo, que es el de la clase productiva, que funciona mediante cooperación pacífica, contratos voluntarios, libertad y comercio.[11] La construcción de la clase productiva ha sido dada por la cooperación social y el orden espontáneo de las relaciones sociales que ocurren día a día en la sociedad civil. Esto no es así con la clase política que surge mediante conquista violenta y usurpación.[12] Los marxistas entienden la dinámica de clases como una lucha entre burgueses y proletarios, entre empresarios y trabajadores. Los libertarios entienden la dinámica de clases de forma diferente, el empresario y los trabajadores, están el mismo bando, en el mismo equipo, y tienen un enemigo común, nunca mejor expresado que el título del libro de Albert Jay Nock (2013), Nuestro enemigo, el Estado.

El marxismo plantea construir su sociedad buena, bonita y benévola mediante el poder, la violencia, el control y la coacción, mediante el aparato de coacción sistemática y mayor criminal de la historia, el Estado, subordinando el individuo a este y a sus decisiones arbitrarias. En vez de hacerlo mediante la cooperación social pacífica y voluntaria, es decir, mediante el orden espontáneo del mercado (que no es otra cosa que la sociedad civil). Me pregunto entonces, ¿qué sociedad será la mejor construida, aquella desde la fuerza y la coacción o aquella desde los incentivos? Frédéric Bastiat (2007), uno de los grandes liberales franceses del siglo XIX lo dejó muy claro:

Our adversaries consider that an activity which is neither aided by supplies, nor regulated by government, is an activity destroyed. We think just the contrary. Their faith is in the legislator, not in mankind; ours is in mankind, not in the legislator (p. 13).

Es cierto también que algunos burgueses capitalistas están en la mitad, que deberían pertenecer a la clase productiva pero que se han aliado con el Estado, cuando uno se alía con este, pasa a pertenecer a la clase política, esto es lo que se conoce como mercantilismo, la unión de capitalismo y Estado, que es opuesto al laissez faire. Pero, ¿qué es el laissez faire? Mises (2018) dijo:

El laissez faire no pretende desencadenar unas supuestas fuerzas ciegas e incontroladas. Lo que quiere es dejar a todos en libertad para que cada uno decida cómo concretamente va a cooperar en la social división del trabajo y que sean, en definitiva, los consumidores quienes determinen lo que los empresarios hayan de producir. La planificación, en cambio, supone autorizar al gobernante para que, por sí y ante sí, amparado en los resortes de la represión, resuelva o imponga (p. 1058).

Dice Horkheimer que los individuos de una época suelen dar muestras de ciertas semejanzas en su constitución psíquica. En esto estoy de acuerdo, las instituciones, las costumbres y las tradiciones que los individuos adoptan son verdaderamente importantes. Unos países son más prósperos que otros según las instituciones que tienen. Los más prósperos, de acuerdo con la distinción de Acemoglu y Robinson (2014) en ¿Por qué fracasan los países?, son aquellos que optan por instituciones políticas y económicas inclusivas, estas son aquellas que favorecen la libertad en todos sus ámbitos y los menos prósperos aquellos que adoptan instituciones políticas y económicas extractivas, estas son aquellas que le dan mayor poder al Estado. Siguiendo a Horkheimer, las instituciones para él se dan acorde a la dinámica de clases, mientras que en realidad se dan unas más en torno a las dinámicas de poder y otras más en torno al orden espontáneo (la cooperación social en el mercado).

En el capitalismo de libre mercado no hay relaciones de poder, Horkheimer, y la mayoría de marxistas, no entienden esto. En el capitalismo las relaciones que se dan son libres y voluntarias, es decir, sin coacción de por medio. No hay vulneración de la libertad (de los derechos de propiedad), nadie te impide hacer nada, otra cosa es que no tengas los medios para hacer aquello que deseas pero esto no implica que no seas libre, simplemente que no tienes lo que necesitas para hacer aquello que anhelas. Tanto marxistas como libertarios queremos una sociedad mejor, menos pobre, es decir, una sociedad donde todo el mundo viva lo mejor posible.[13] Desde el marxismo no se puede hacer de una forma justa, ya que hay seguidos ataques a la libertad, desde la tradición libertaria sí se haría de una forma justa, al no ocurrir estos ataques.

4. Sobre la civilización

Los teóricos clásicos del contrato social (Hobbes (2018), Locke (2014), Rousseau (2012), Kant (2001), Rawls (2017) solían decir que civilizados eran aquellos que pasaban del estado de naturaleza al estado de civilización mediante la aparición del organismo estatal. Esto es paradójico, porque pareciera que todos nos dimos la mano como hermanos y creamos de forma repentina el Estado. Un día éramos bárbaros y al día siguiente ya éramos civilizados, pareciera arte de magia.

Nosotros decimos que civilizado es aquel que comercia y no civilizado o bárbaro aquel que no comercia. A más comercio, más grado de civilización. El comercio es el paso civilizador de las sociedades (Zanotti, 2016, p. 35, 36).[14] No civilizado es el que roba, el que saquea, el que usa la violencia, el que invade derechos de los demás. Parece que lo no civilizado coincide con lo que hace el Estado. El Estado, dentro de las cosas más poco civilizadas, es la menos civilizada de todas, en otras palabras, no hay nada más bárbaro que el Estado. Todo eso que he nombrado, lo hace el Estado en nombre del bien común, el interés general, la voluntad del pueblo, los intereses de la nación, de la clase o de la raza. El Estado, siguiendo a Lysandeer Spooner (2010), no es más que una organización criminal, una mafia, y se ha de añadir que se hace pasar por una organización de derechos humanos.

Civilización es por tanto una sociedad donde los derechos individuales son respetados. Horkheimer nunca se dio cuenta de esto, de que el Estado no es la solución, sino el principal agresor y el mayor problema. Cuando hay Estado, hay individuos, cuando no hay Estado, hay personas. La persona es la respuesta al Estado, es su contrario. Los individuos pueden vivir con Estado pero en el momento en que nace el Estado, termina la persona. Mientras haya Estado, habrá individuos, pero no habrá personas. La persona, bien ya lo vio Kant, es un fin en sí mismo, no un medio (2012). La persona es aquello que no puede ser sometido a la dominación sin actuar inmoralmente. Esto nos enseña en parte F. A. Hayek (2017) en la obra que lo llevó a la fama, Camino de servidumbre, donde se hace entrever la tesis de que “el socialismo es necesariamente tiránico”. También nos enseña esto el filósofo Michael Huemer (2013), que llama a la filosofía libertaria la common sense morality. Esta moral del sentido común tiene tres principales principios. El primero es el principio de no agresión, este principio prohíbe invadir y/o atacar a otros, robarles, matarlos… Todo aquello que invada sus propiedades sin el consentimiento de los legítimos propietarios. El segundo principio es el reconocer la naturaleza coercitiva del Estado apoyada en amenazas creíbles de fuerza física dirigidas a aquellos que desobedecen al Estado. El tercero es un escepticismo hacia la autoridad política, “that the state may not do what it would be wrong for any non-governmental person or organization to do” (G. Palmer, 2013, p. 9).


Notas

[1] Murray Rothbard estableció una distinción entre dos tipos de utopías, las que son posibles y las que no lo son. Para Rothbard el comunismo es una utopía imposible mientras que el anarcocapitalismo sería una utopía posible, aunque Rothbard no veía a este segundo como una utopía, sino algo perfectamente viable y realizable o en palabras de Jesús Huerta de Soto (2017): “el único sistema posible de cooperación social verdaderamente compatible con la naturaleza del ser humano”. A juicio de Eugen Bohm-Bawerk (2015), el marxismo es imposible ya no en la práctica sino teóricamente por una serie de razones. Solía decir este célebre autor que el marxismo tiene un edificio muy bien construido donde todo encaja, pero tenía un grave problema: tenía sus cimientos de barro. Con esta metáfora, Bohm-Bawerk se refería a esos pies de barro como los supuestos de los que la teoría marxista parte. Estos supuestos son entre otros, el de la teoría del valor-trabajo y el de la teoría de la explotación. La teoría del valor de Marx viene influenciada por varios autores, principalmente Aristóteles (2011), John Locke (2014), David Ricardo (2105) y Adam Smith (2019). Una de las críticas al valor objetivo y la teoría del valor-trabajo se puede ver en el libro de Carl Menger (2019), Principios de economía política. Una de las críticas a la teoría de la explotación de Marx se puede ver en el libro de Bohm-Bawerk (2015, 1976), La conclusión del sistema marxiano o Crítica a la teoría de la explotación.

[2] Henry Hazlitt decía respecto a esto que el marxismo era un evangelio cuyo principal lema era: “odia al hombre que está mejor que tú”. Citado en Claudio Grass (2020), “La teoría monetaria moderna es una vieja idea marxista”. También está el debate sobre si el marxismo es científico o no, un debate impulsado por Karl Popper (2014), que pensaba que todo aquello que no era falsable no era científico. Dice esto del marxismo porque a su juicio el marxismo no se puede falsar al creer que es conocedor absoluto de la historia y sus leyes como si fueran leyes de una ciencia natural. Pese a ello Marx califica a sus teorías como “socialismo científico” para distanciarse de aquella escuela francesa de “socialistas utópicos” entre los que se encuentran autores como Saint-Simon.

[3] Ha habido críticas al concepto de clase social en Marx, como por ejemplo es la de Murray Rothbard (2009), que argumenta que Marx no habla de clases sociales como sistemas de movilidad abiertos, sino más bien como estamentos o castas, es decir, sistemas de movilidad cerrados.

[4] Esto me resulta muy interesante ya que tanto Marx, Engels, Lenin, Che Guevara y otros revolucionarios eran burgueses, no precisamente proletarios. Me pregunto pues cómo Marx, Trotsky, Engels y demás teóricos, siendo burgueses, osan hablar en nombre del proletariado y de la clase obrera.

[5] El concepto de lo común es también muy interesante. ¿Hay realmente algo común, puede existir lo común? Según los teóricos de la escuela austriaca, no. No puede haber un pensamiento común, sólo pensamiento individual, porque sólo el individuo existe ontológicamente. Esto viene ya desde la ontología de Aristóteles (2014) cuando define la sustancia primaria, que es el individuo, y la sustancia secundaria, todo aquello que se deriva de esta o se dice de esta. Según Aristóteles, sólo la sustancia primaria tiene existencia ontológica verdadera. Mises (2018) lo deja bastante claro: “sólo es un individuo el que piensa. La sociedad no puede pensar, como tampoco puede comer o beber”. (p. 278) De aquí se deduce que sólo el individuo actúa, sólo el individuo hace, sólo el individuo opera. El método de la escuela austriaca es el individualismo metodológico, como sólo el individuo existe ontológicamente sólo este puede tener metas y objetivos. Los grupos y demás son abstracciones, no se pueden tocar ni oler, no tienen cara y lo que es más importante, todo grupo depende de los individuos, dependen de este, sin individuos no puede haber grupos. Como no existen ontológicamente, no pueden tener los grupos, naciones, etc. ni intereses ni objetivos, ya que no actúan. Por eso, el individuo debe ir siempre antes que el grupo, da igual que el grupo sea la nación, el país, la comunidad, el Estado o la clase social. Sobre este tema recomiendo Comunidades imaginadas de Benedict Anderson (2006), El método de las ciencias sociales de Carl Menger (2006) y el capítulo dos de La acción humana de Mises (2018), “The Principles of Methodological Individualism”.

[6] Sobre la identificación de cualquier forma de Estado con el socialismo puede verse el artículo de Luciano Takaki donde hay múltiples referencias a textos de Rothbard, Hoppe y Huerta de Soto (referenciado en la bibliografía).

[7] No quiero decir que ambas estrategias sean iguales. Horkheimer es más partidario de “des-ideologizar” que de controlar la cultura. Pero el cambio fundamental respecto al marxismo clásico es compartido por ambos.

[8] Véase la nota 5. De acuerdo con el método del individualismo metodológico las clases no existen ontológicamente, no pueden tener fines ni objetivos, porque algo que no existe no puede tener preferencias. Adopto este lenguaje de clases para que se entienda lo que quiero decir. Decía Bertrand Russell (2013) en su famoso texto Descriptions, que podemos hablar de cosas que no existen y, aun así, están sean significativas. En el texto, Russell pone el ejemplo del unicornio, del cual podemos hablar sin que exista. Podemos hacer esto porque unicornio es un objeto ficticio que tiene unas características determinadas que hacen crear el concepto de unicornio y tener así significado. El significado de saber qué es un unicornio. El concepto genera exclusión, sólo puede ser unicornio aquello con características de unicornio, no una hierba del campo, una hierba no puede ser un unicornio. Lo mismo pasa con las clases sociales, podemos hablar de ellas y son significativas aunque ontológicamente no existan.

[9] Agradezco a mi amigo Vicente Moreno Casas sobre las consideraciones en torno al origen de esta teoría.

[10] Para ver más consideraciones sobre la teoría de clases liberal-libertaria y/o austriaca recomiendo ver el capítulo 4 del libro Economía y Ética de la propiedad privada de Hans-Hermann Hoppe (2012) o el libro de Herbert Spencer (2019) El hombre contra el Estado.

[11] Esto es básicamente lo que explica el sociólogo Franz Oppenheimer (2014) en su libro titulado El Estado cuando distingue entre medios económicos, usados por la clase productiva (relaciones voluntarias y pacíficas) y medios políticos, usados por la clase política (relaciones en las que hay coacción y violencia).

[12] Esto es lo que se ha llamado en sociología la Teoría Predatoria del Estado, también conocida como teoría libertaria del Estado, esta teoría trata del origen del Estado y de la clase política. Diversos autores han tratado esto como, por ejemplo, el antropólogo Robert Carneiro (1970), el filósofo David Hume (2006) y varios sociológos como Franz Oppenheimer (2014) o Charles Tilly (2007).

[13] También coinciden en algo más que el profesor José Luis Moreno Pestaña me hizo darme cuenta, ambos son en última instancia anarquistas, quieren una sociedad sin Estado, pero difieren en cómo será esta sociedad, entre otras cosas.

[14] Lo comenta en el prólogo de Teoría e Historia de Mises.


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