Wendy McElroy y la misión del feminismo libertario

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«Mientras el movimiento feminista se limite a igualar los derechos jurídicos de la mujer con los del hombre, solo es una rama del gran movimiento liberal que encarna la idea de una evolución libre y tranquila. Si, al ir más allá de estas reivindicaciones, el movimiento feminista cree que debe combatir instituciones de la vida social con la esperanza de remover, por este medio, ciertas limitaciones que la naturaleza ha impuesto al destino humano, entonces ya es un hijo espiritual del socialismo.»
—Ludwig von Mises

Durante los últimos años, el feminismo hegemónico contemporáneo ha tratado de imponer por medio de la ley, el vandalismo —y su arma más importante, las falacias lógicas y el chantaje emocional— una ruta de privilegios para las mujeres de izquierda y sus organizaciones, en nombre de la igualdad de género. Tras el constante activismo, millonarios recursos internacionales tanto de la ONU como de ONGs con jugosos contratos con aquella, la palabra feminismo ha ido ganando adeptos en diversos contextos. En la industria de la moda, cada vez resulta más habitual ver lemas feministas estampados en camisetas para mujeres. Incluso, marcas internacionales como Dior, agregaron a su colección de verano una camiseta con la inscripción “We should all be feminists” (Todos deberíamos ser feministas). Por otra parte, cada vez son más los jóvenes de 15 a 29 años que se consideran feministas. Si en 2017 el porcentaje era del 34,8%, en 2019 llegó casi al 50%, según el Barómetro Juventud y Género, elaborado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).

El movimiento feminista, con sus diferentes facciones, se ha ido desarrollando a lo largo de la historia contemporánea. Debido a su larga trayectoria histórica y la diversidad de posturas ideológicas, existen muchos tipos de feminismo, algunos de los cuales proponen diferentes objetivos. Precisamente, una corriente que busca retomar los principios que del liberalismo clásico —en esencia la igualdad ante la ley y los derechos individuales— tomaron algunas de las primeras mujeres que son reivindicadas en retrospectiva como pioneras del feminismo (aunque en muchas ocasiones no usaran tal palabra para definir sus ideas) y que se basa en la defensa de los derechos y libertades de la mujer en tanto persona es el feminismo libertario, cuyos principios han sido desarrollados por la alumna de Murray Rothbard, Wendy McElroy, en algún punto de la década de 1980, con una propuesta que también llamó «feminismo individualista» o «i-feminismo».

Pero antes de avanzar sobre el feminismo individualista o libertario, aclaremos la pregunta que algunos se hacen pues debido a tanto bombardeo ideológico progresista-feminista no conciben que haya otro punto de vista que no sea el de su caja de resonancia: ¿Por qué feminismo (hegemónico y contemporáneo) es nocivo? Porque los colectivos feministas están sesgados hacia la búsqueda del poder político, no buscan la igualdad de derechos de las personas sino el poder sobre los hombres y las mujeres no-feministas, y orbitan bajo la idea de «derechos de la mujer» entendidos como derechos especiales para las mujeres y para los colectivos feministas —estos derechos especiales eran más conocidos en el pasado como privilegios colectivos, gremiales y aristocráticos, creando una clase estamental superior y otra inferior. A su vez ese privilegio aristocrático para las mujeres que plantea el feminismo hegemónico necesita de la dependencia absoluta del Estado de parte de las mujeres, al que tienen que entregar su obediencia absoluta a cambio de esos privilegios.

Por el contrario, la mujer libertaria comprende que no necesita feminismo sino libertarismo, comprende que el capitalismo de libre mercado es y será su mejor aliado, porque aun siendo limitados y mixtos en la práctica, son los derechos de propiedad y la economía de mercado los que le han permitido a la mujer su empoderamiento como una forma de independencia financiera y autoliderazgo en los diferentes aspectos de su vida.

Y aunque las mujeres libertarias saben que no necesitan ningún feminismo, quizás las mujeres feministas sí necesitan algún feminismo para ser salvadas del movimiento feminista. McElroy no piensa el feminismo libertario como una facción dentro del libertarismo, —como en ocasiones se ha malentendido por parte de algunos libertarios, y de supuestas militantes del feminismo libertario que no han entendido el propósito de McElroy— sino como un intento de inmunizar por medio de la razón a las activistas del feminismo, para convertir a las facciones disidentes dentro del feminismo a las ideas de libertad. El feminismo libertario no busca crear una facción más dentro del libertarismo (pues este no lo necesita en tanto la teoría libertaria entiende que la libertad individual y el derecho de propiedad se aplican a toda persona) sino dentro del feminismo (pues este cae fácilmente en no entender la igualdad de derechos que dice defender al carecer de teoría libertaria, y defender el privilegio legal en nombre de la igualdad de género). El feminismo libertario de McElroy no ha de suceder dentro del libertarismo, cosa innecesaria, sino dentro del feminismo que es donde se lo necesita para neutralizar la capacidad destructiva de las libertades del movimiento feminista hegemónico, que hoy en día no puede quedar duda que su victimismo histriónico está diseñado deliberadamente para justificar el totalitarismo, un totalitarismo futuro controlado por las activistas feministas.

Las feministas libertarias deben ser un movimiento libertario que incursione dentro del movimiento feminista para traer (o rescatar quizás es la mejor palabra) feministas disidentes al movimiento libertario, para sembrar el pensamiento crítico al socialismo y al progresismo dentro del feminismo, para evidenciar las contradicciones teóricas y prácticas del feminismo hegemónico y sus teorías anticientíficas sobre el género, para servir de contacto entre las feministas disidentes y los movimientos de derechos masculinos y otros grupos de la «manosfera» que hagan salir a las feministas de la caja de resonancia de la secta coercitiva del feminismo hegemónico, para enseñarles a las feministas que lo bueno que podría tener el feminismo en el sentido de igualdad de libertades, ya lo ofrece la teoría libertaria de Mises, Hayek, Rothbard y Hoppe, entre otros.

El feminismo libertario no tiene diferencia conceptual alguna con el libertarismo (como ya dijimos, no es otra facción libertaria), es solo libertarismo aplicado a temas de la mujer para hacer entrar en razón a las más racionales, inteligentes y rebeldes de entre las feministas, es libertarismo de combate ideológico para luchar desde dentro del feminismo contra el feminismo hegemónico, le aclara a las feministas que la defensa a la mujer se logra mejor a través de los principios libertarios como la defensa de la integridad física o de la vida, el cumplimiento contractual y la propiedad privada, con más capitalismo y no con menos.

El feminismo libertario no niega que las mujeres puedan tener problemas específicos en ciertas sociedades donde no se respeten los derechos individuales de la mujer, solo que indica que para resolverlos no se necesita del feminismo de derechos especiales para la mujer sino de aplicar la teoría libertaria de derechos individuales. El «buen feminismo» entendido en el sentido de iguales derechos para los individuos, solo puede ser la misma filosofía libertaria.

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