Las penurias de la Europa precapitalista

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Antes de la aparición del capitalismo industrial, (alrededor de la década de 1760) el grueso de la clase trabajadora en Inglaterra vivía en la miseria. Era una situación de total desamparo, en que las muertes por inanición eran habituales y la pauperización de las masas se había tornado incontenible. “Existía, de hecho, una pobreza generalizada de la más ignominiosa clase en Inglaterra y otros países del siglo XVIII”. Hoy en día, es difícil para las personas en las naciones desarrolladas de Occidente concebir la clase de pobreza que era común en la Europa precapitalista. De acuerdo con ensayos utilizados en Lyon, Francia, en el siglo XVII, la pobreza era determinada por ingresos menores que el costo diario de un mínimo definido de pan; en otras palabras, cuando una persona no podía ganar suficiente dinero para comprar un mendrugo de pan. Entre un cuarto y la mitad de la población de Inglaterra del siglo XVII se mantenía cerca o bajo este nivel de subsistencia. Si el Buró Americano de Estadísticas Laborales empleara en la actualidad tal estándar para determinar la pobreza, los norteamericanos bajo esa línea estarían percibiendo 18 dólares al mes o 216 al año. Inglaterra llegó tener tal nivel de problemas con los indigentes que, en 1547, el Parlamento aprobó una ley “que simplemente los destinaría a la esclavitud”; solo para derogarla dos años después porque los legisladores eran incapaces de determinar quienes se beneficiarían de ese trabajo obligado. En la actualidad esto es inconcebible para el mundo occidental, sin embargo aquellas eran las condiciones de vida de una gran parte de la población de la Europa precapitalista.

Innumerables carencias en Europa post-medieval y pre-industrial fueron causadas por una continua falta de conocimiento científico, tecnológico y médico. Pero los controles gubernamentales de la economía solo exacerbaron la pobreza usual y la miseria generalizada. Las siglas GELAI, para abreviar Gremios – Esclavismo – Leyes del Maíz – Alcohol e Impuestos, sirven para ilustrar meramente algunas de las dañinas políticas del gobierno. Las leyes que restringían la práctica de múltiples oficios de los gremios (organizaciones profesionales que tenían monopolios legales) y la imposición de largos períodos requeridos en calidad de aprendiz, frecuentemente hacían imposible a los trabajadores pobres, aun teniendo habilidades útiles, acceder a un medio de subsistencia. Adam Smith se manifestó en contra de tales leyes en el siglo XVIII, pero ya existían siglos atrás. Doscientos años antes, “aquellos que… aspiraban a tomar parte en la industria, se encontraban con enormes obstáculos en la forma de estrictas restricciones gremiales o exorbitantes pagos por derechos”. Los años de labor como aprendices, es decir, trabajo sin remuneración, así como los elevados montos de las licencias profesionales eran, por supuesto, exactamente aquello que los pobres no podían costear.

Otro problema era la condición de siervos, al servicio de un señor feudal, que muchos europeos padecían incluso en la era post-medieval y que tuvo su fin durante los siglos XV y XVI (aunque en Inglaterra se había iniciado gradualmente un poco antes). En la condición de siervo, un campesino estaba legalmente atado a la tierra, debía cumplir obligaciones militares para su señor y estaba sujeto a la autoridad de juez, jurado y verdugo investida en la autoridad de este último. “El noble feudal… para fines prácticos… era el gobierno local: combinaba en sí los poderes de policía, juez y legislador. Sus trabajadores estaban prohibidos por la ley de salir del feudo… obtenía su ingreso de su calidad de dueño de esclavos y recaudador de impuestos”. Los siervos tenían derechos específicos, y sus señores tenían ciertas obligaciones hacia ellos; sin embargo, en su calidad de servidumbre obligada, la condición de siervo era moralmente similar a la esclavitud.

Las perniciosas consecuencias económicas de la institución feudal son evidentes. Prácticamente se esclavizaba a los campesinos y se los encadenaba a la tierra, impidiendo el establecimiento de una fuerza laboral móvil. Se formó un componente integral de un sistema militarista responsable de innumerables guerras y devastaciones. Por sobre todo, al conceder a los campesinos mínimas oportunidades de poseer propiedades y buscar ganancias, el sistema feudal socavaba profundamente los incentivos para la producción agrícola y contribuyó ostensiblemente a la casi total miseria que existía antes del inicio de la era moderna. Aún en Inglaterra, donde se había eliminado este sistema a finales del siglo XIV, permanecía el legado de opresión y pobreza padecido por los hombres durante siglos. Según se cita arriba, el economista Angus Maddison estimó que el ingreso europeo per cápita era de 215 dólares en 1500 y 265 dólares en 1700.

Además, en los primeros años de la Revolución Industrial el gobierno británico impuso las Leyes del Maíz, es decir, altos aranceles a los granos importados después de las Guerras Napoleónicas, con la intención de “proteger” a los terratenientes ingleses. Los precios artificialmente altos consecuencia de este proteccionismo eran particularmente onerosos para los pobres, quienes más que nadie se beneficiaban de los precios más bajos que eran posibles por el libre comercio de granos y otros alimentos. Adicionalmente, las políticas gubernamentales contribuyeron significativamente a las masivas muertes por alcoholismo entre los pobres a principios del siglo XVIII. El historiador inglés, M. Dorothy George, brinda una vívida imagen de Londres antes de la Revolución Industrial. No es una imagen atrayente. “A mediados de siglo [XVIII] solo había un hecho destacable por su terrible claridad… las muertes en Londres excedían ampliamente los nacimientos…” En la primera mitad del siglo, los entierros sobrepasaban a los bautizos en relación aproximada de tres a dos; en los tres años entre 1740 y 1742 la relación era mayor de dos a uno. En 1741, Londres fue testigo de 32.169 entierros, registrando solo 13.571 bautizos en 1742. De acuerdo a los mejores datos disponibles de la época, la tasa de defunciones en Londres era de 1 en 25 en 1700, 1 en 20 o 21 en 1750, 1 en 35 entre 1797 y 1801, 1 en 38 desde 1801 a 1811, y de 1 en 40 en 1821. La tasa londinense de mortalidad muestra un marcado declive a medida que supera la mitad del siglo XVIII y se encamina hacia el siglo XIX.

¿Cuál fue la causa (o causas) de las altas tasas de mortalidad en la primera parte del siglo XVIII, y de su disminución en la segunda mitad?


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