El anuncio de la euro-QE no fue el principio de la Edad Oscura monetaria de Europa. Empezó hace muchos años con el canciller Kohl socavando el “marco alemán fuerte del Bundesbank” a finales de la década de 1980. La oscuridad descendió aún más cuando el recién creado Banco Central Europeo (BCE) implantó marcos monetarios, que esencialmente ligaban a Europa a un patrón global de inflación del 2%, siguiendo a la Reserva Federal de EE. UU.
La oscuridad continúa sin cesar con la decisión del BCE en enero de seguir su propia versión del “Gran Experimento Monetario” (GEM), creado antes por el arquitecto en jefe de Obama, el profesor Ben Bernanke y sus compañeros de comino en el Comité Federal de Mercados Abiertos (CFMA). Uno habría penado que antes de que pudiera ocurrir esto, habría habido audiencias exhaustivas tanto dentro del BCE como de los parlamentos alemán y francés acerca del éxito o no del GEM. También deberían haber analizado el historial del abenomics en Japón. Y e incluso al aproximarse la hora final, en la que mueren todos menos los protagonistas, nadie en la conferencia de prensa del BCE planteó la pregunta:
Signore Draghi, ¿por qué nos estamos embarcando en Europa en un experimento monetario que ya ha fracasado en EE. UU. y Japón? Por fracaso quiero decir el hecho de que es la expansión económica más débil de la historia tras una Gran Recesión en EE. UU. Y ya estamos viendo el estallido de una enorme burbuja en el petróleo y las materias primas con consecuencias graves, aún desconocidas, pero casi seguras, mientras que en Japón ha habido una segunda recesión, no un renacimiento económico, como prometió el primer ministro Shinzo Abe.
Los entusiastas del dinero fácil están crecidos
Pero no, no hubo nada de eso. Por el contrario, en vísperas del inicio del plan iban a aparecer más tonterías monetarias. Primero, desde Roma tuvimos al primer ministro socialista Renzi reclamando que el euro suavizara su descenso hacia la paridad con el dólar de EE.UU. (su “nivel natural”). Y luego el exmiembro del consejo del BCE, el profesor Lorenzo Bini-Smaghi, en un editorial para el periódico financiero keynesiano más importante de Londres, The Financial Times (20 de enero) admiraba cómo el BCE estaba a punto de repudiar la interferencia política de Berlín en defensa de la “estabilidad de precios” (lo que significa un 2% de inflación). El BCE iba a establecer su “independencia”, escribía Bini-Smaghi, igual que lo había hecho el Bundesbak contra el canciller Adenauer al aumentar los tipos un 2% cuando este había reclamado que no hubiera ningún aumento en absoluto. En el culto monetarista, una inflación eterna del 2% y una enfermedad mortal recurrente de irracionalidad de mercado (lo que los keynesianos describen como “espíritus animales”) representan el lugar de reposo ideal.
Ahora que los bárbaros monetarios han saqueado por fin Frankfurt, con la increíble cooperación de la canciller Merkel, no es demasiado pronto como para preguntar cuándo podría volver un sistema basado en una moneda estable. La respuesta es: ¡no miréis a Roma! Aunque sea al tiempo improbable y arriesgado, una opción es un terremoto político en Alemania que deje para el arrastre el sistema actual y mande a ese país fuera de la Unión Monetaria Europea y hacia la resurrección del “marco alemán duro”.
¿Son demasiado débiles los bancos centrales?
Pero demos un paso atrás y revisemos los recientes sobre Davos de Kenneth Rogoff. A pesar de sí mismo, Rogoff consiguió encontrar alguna verdad acerca del probable futuro de la inflación a largo plazo. En una entrevista del 21 de enero en Bloomberg TV con Tom Keene, Rogoff dio una lúgubre advertencia, aunque no está claro si él la consideraría lúgubre o no. Los mercados de bonos a largo plazo están ahora suponiendo que los bancos centrales en EE. UU., Europa y Japón fracasarán en alcanzar sus objetivos de inflación del 2% y que dicha inflación permanecerá muy por debajo de ese nivel, incluso a largo plazo. Esto es insensato. ¡Los bancos centrales pueden parecer débiles por ahora, pero no subestimemos su poder para lograr inflación a largo plazo! El profesor Rogoff no entra en detalles acerca de cómo podría reaparecer esta capacidad, pero en términos técnicos podemos decir que ocurrirá cuando aumente el nivel neutral de los tipos de interés, ya sea (optimistamente) debido a un florecimiento de las oportunidades de inversión o (pesimistamente) debido a una creciente escasez de capital (en los peores casos ocasionada por la guerra o otros desastres). En esa etapa, las masivas reservas extraordinarias que hay ahora en los diversos sistemas monetarios alimentarían un más amplio auge monetario y del crédito.
Así es como acabaron las políticas fracasadas de QE de Roosevelt: después de Crah y la Gran Recesión de 1937-38, llegaron la guerra y la gran inflación. Esperemos que la secuela de la QE de Obama-Merkel-Abe sea diferente.
Publicado originalmente el 16 de febrero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.