El fallido argumento moral para un “salario vital”

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Mises Daily September 4 2015Con el día del trabajo a la vuelta de la esquina, periódicos en todo EEUU publicarán editoriales a favor de un “salario vital” obligatorio y salarios más altos en general. En muchos casos, los defensores de un salario vital argumentarán a favor de órdenes inmediatas sobre los salarios, es decir, un salario mínimo establecido como un nivel arbitrario determinado por políticos que esté a un nivel que haga “asequibles” vivienda, comida y atención sanitaria.

Detrás de estos intentos hay una afirmación filosófica de que los empresarios están moralmente obligados a pagar un “salario vital” a los empleados, de forma que puedan atender sus necesidades (aunque definidas de forma ambigua) con un solo salario, trabajando cuarenta horas por semana. Este argumento moral elimina a los empleados como parte moralmente responsable en la ecuación del salario vital, aunque las variables que determinan un salario vital van mucho más allá del salario ganado.

Por ejemplo, como expliqué aquí, el salario vital es una función no simplemente del salario, sino del coste de la vivienda, la comida, la atención sanitaria, el transporte y multitud de otros factores. Por ejemplo, cuando los costes de la vivienda son bajos, el salario vital será más bajo que el que habría si fueran altos.

Así que lo que importa no es el salario nominal pagado por el empresario, sino el salario real determinado por el coste de todo lo que un salario suele pagar.

¿Por qué es responsable solo el empresario?

Así que, si es el salario real el que importa, ¿por qué hay una fijación con el mismo salario nominal? Después de todo, los salarios, en términos reales, podrían aumentar enormemente forzando a la baja coste de alimentos y rentas. ¿Por qué no hay entonces un constante redoble de tambores hacia los tenderos para que rebajen sus precios para hacer asequibles las necesidades? ¿Por qué no lo hay fuera de la sede de KB Homes por sus aparentemente inhumanos intentos de vender casas a los precios más altos que permita el mercado? ¿Por qué no hay gente manifestándose ante los vendedores de automóviles usados por no rebajar sus precios para hacer asequible el transporte para las familias trabajadoras? ¿Y por qué las gasolineras están extrañamente ausentes de protestas sobre el alto coste de la gasolina? Indudablemente, todos estos comerciantes son tan importantes a la hora de determinar los salarios reales como cualquier empresario. Tenderos, caseros, vendedores de viviendas y el propietario de la gasolinera de la esquina pueden tener un enorme impacto en el presupuesto familiar cuando se les permite que su “avaricia” les impulse a cobrar los precios más altos que puedan conseguir en el mercado.

Y sí, es verdad que muchos activistas denuncian constantemente a los caseros como “dueños de tugurios” o avariciosos capitalistas por cobrar las rentas más altas que pueden conseguir en el mercado. Y sigue habiendo muchos activistas que argumentan a favor de controles de precios en rentas y alimentos. Pero hoy son una pequeña minoría. La enorme mayoría de los votantes y políticos reconoce que los precios dictados por el gobierno en alimentos y viviendas llevarían a escaseces. Establecer un precio máximo en los alquileres o precios de viviendas simplemente significa que se construirán menos unidades de viviendas, mientras que establecer un precio máximo en huevos o leche o pan simplemente significará que se llevarán al mercado menos de esos productos básicos.

Esas afirmaciones ya apenas se debaten, como puede verse en los intentos casi extintos de nuevos controles de rentas en la esfera política. No veréis muchos editoriales este día del trabajo argumentando a favor de controles de precios en fruta, gasolina y apartamentos. No veréis ningún artículo denunciando a dueños de viviendas por venderlas al precio más alto que puedan obtener, cuando en realidad deberían estar recortando precios para hacer más asequible la propiedad de viviendas para los nuevos compradores.

Así que, por lo que sea, propietarios de viviendas, tenderos y otros están exentos de la ira de los activistas por no mantener bajos los salarios reales. Los empresarios, por el contrario (los que pagan el salario nominal) siguen en el punto de ira de los activistas porque, por alguna razón arbitraria, toda la obligación moral de proporcionar un salario vital recae sobre el empresario.

Si los precios de los alimentos aumentan un 10% en el barrio del empresario X, ¿quién es responsable? “Bueno, el empresario, por supuesto”, responderán los activistas del salario vital. Después de todo, en sus mentes, es solo el empresario el que está obligado moralmente a aumentar los salarios reales para igual o superar un aumento en el coste de la vida.

Así que mientras que los controles de precios en alimentos, vivienda y gasolina se consideran por lo general como acabados, los controles de precios en los salarios siguen siendo populares. El problema, por supuesto, como se explica aquí, aquí, aquí y aquí, es que, al fijar el salario por encima del valor ofrecido por un trabajador de baja cualificación, los empresarios sencillamente decidirán no contratar trabajadores de baja cualificación.

Un salario bajo es inaceptable, pero un salario cero está bien

Y esto lleva al hecho de que cuando se afrontan altos salarios los empresarios buscarán reemplazar a los empleados con sustitutos no humanos (como estos cajeros automáticos en McDonalds) u otros dispositivos que ahorren trabajo.

Pero este fenómeno simplemente es ignorado por los defensores del salario vital. Así, el argumento de que los empresarios están moralmente obligados a no pagar salarios bajos se convierte en extrañamente silencioso ante la perspectiva de que los trabajadores no ganen ningún salario en absoluto.

De hecho, vemos pocos intentos de aprobar leyes que ordenen a los empresarios a contratar seres humanos en lugar de máquinas. Aunque es sin duda cierto que a algunos neoluditas les encantaría que ver que pasa esto, prácticamente nadie argumenta que no debería permitirse a los empresario utilizar dispositivos que ahorren mano de obra. Indudablemente cualquiera que haga esta argumentación es probable que sea objeto de risa, ya que casi todos se dan cuenta de inmediato de que sería absurdo aprobar leyes ordenando que un constructor de carreteras, por ejemplo, contrate a gente con palas en lugar de utilizar buldóceres y asfaltadoras.

Entretanto, los éxitos de los defensores del salario vital en otros sectores (donde la automatización no es tan inmediatamente practicable) solo han estado aumentando los precios de los bienes de consumo. Sí, los salarios vitales en los sectores de la alimentación, la energía y la vivienda exprimirán las ganancias y producirán salarios más altos para los que tengan la suerte de mantener sus empleos, pero las órdenes también tenderán a aumentar los precios para los consumidores. Esto a su vez significa que los salarios reales en la economía en general en realidad han bajado, gracias a un coste de la vida al alza.

En general, es una estrategia bastante extraña la que han establecido los defensores del salario mínimo. Consiste en aumentar los precios de los bienes de consumo a través del aumento de los costes laborales. Luego los salarios reales bajan y, al mismo tiempo, muchos trabajadores pierden sus empleos ante la automatización, ya que el capital se hace relativamente menos caro por una mano de obra con mayores costes. Mientras que el objetivo de aumentar el nivel de vida de los trabajadores es laudable, es evidente que los defensores del salario vital no han pensado exactamente muy bien las cosas.


Publicado originalmente el 4 de septiembre de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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