Diálogo con Slavoj Žižek y Byung-Chul Han sobre el comunismo y la revolución

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En este ensayo pretendo llamar la atención y compartir una amplia literatura de los dos filósofos y críticos culturales más importantes de Europa, al respecto de un punto crucial, el comunismo hoy y la perspectiva de la revolución.

En el primer bando, llamado en las cubiertas de sus libros «el filosos más peligroso de occidente» Slavoj Žižek, sociólogo, psicoanalista y odiado por todos en el espectro político, desde la izquierda ortodoxa marxista, Leninista, Estalinista y Trotskista que le llama protofascista o fascista a todo lo que no sea comunismo, a la izquierda moderada, progresista, súper inclusivista, biempensante, moralista, políticamente correcta y también como es de esperar, por la derecha tradicionalista, nacionalista y la que ha venido a afectar el modus vivendi del establishment liberal izquierdista global, la derecha populista.

En el segundo, otra estrella del pensamiento europeo, el filósofo sur Coreano, Byung-Chul Han, profesor de filosofía y estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín con un gran número de «best sellers» en su haber, por mencionar algunos; Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder, La sociedad de la transparencia, La Sociedad del cansancio.

Dilucidar el pensamiento de estos dos autores no es nada fácil, en el caso de Žižek, por lo menos, se ha autodenominado izquierdista y comunista en numerosas conferencias, entrevistas y libros, lo que una idea da, no obstante, sus postulados teóricos y cómo llevarlos a cabo difieren de fondo con el marxismo ortodoxo. Por parte de Han es más complicado, pues este si bien es un conocido crítico del capitalismo (término muy abierto) al igual que Žižek, nunca se ha enmarcado en una determinada ideología política. De tal manera que quiero compartir los puntos de quiebre entre sus ideas sobre los postulados del marxismo clásico y una posible nueva revolución, a saber, que a mi modo de ver difícilmente un pensador contemporáneo y del calibre de estos dos pudiese sostener aún los postulados del llamado marxismo científico que ya han sido refutados ab initio.

Žižek en sus obras cita desde el Discurso de la servidumbre voluntaria del libertario Étienne de La Boétie en Pedir lo imposible a ideas de Marx, Lenin, y Mao, utilizando el psicoanálisis Lacaniano a través del «desocultamiento» y la clásica crítica izquierdista al poder. Han utiliza el análisis psicológico a través de la dialéctica Hegeliana y el «deconstruccionismo», formado y crítico del pensamiento de autores como Heidegger, Marx, Foucault y hasta las doctrinas del Budismo Zen. De sus contemporáneos, estos dos autores son muy críticos en algunos puntos con las ideas de Hardt, Negri, Deleuze, Sloterdijk, Bauman, anticapitalistas y algunos aún marxistas románticos (utópicos).

¿Llegará pronto el Comunismo?

Entre algunos de los dogmas básicos del marxismo, Karl Marx, en El Capital, sostenía que había sido capaz de encontrar unas leyes “científicas”, inmanentes, propias del sistema de producción capitalista que mediante la inexorabilidad de una ley de la naturaleza, inevitablemente conduciría a la socialización de los medios de producción (socialismo/comunismo), así que, una crítica usual que hacia el mismo Mises en Caos Planificado y también Murray Rothbard en su monumental Historia del Pensamiento Económico era, que si el advenimiento del comunismo es inevitable, entonces no era necesario organizar movimientos revolucionarios como el mismo Marx y Engels hicieron, ya que para lograrlo, lo más factible sería dejar que las fuerzas productivas, métodos de producción, etc. Se desarrollaran plenamente para que la evolución histórica hiciera lo suyo, en otras palabras, si Marx y Engels querían el comunismo, lo único que tenían que hacer era apoyar el capitalismo para que se desarrollarse al máximo y generará su propia destrucción.

Sobre aquello, el propio Žižek en autocrítica ha dicho que cuando se pregunta ¿sí, sí, acabamos el sistema capitalista y después qué? Nadie tiene una respuesta, a lo que añade que es aburrido seguir repitiendo ese mantra de “el capitalismo está en su última fase” cuando todas las alternativas a la economía de mercado “fracasaron miserablemente” y condujeron al sistema del amo y el esclavo, en este punto basta mencionar que –Tesis [XI] sobre Feuerbach “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”- los izquierdistas de hoy deben hacer lo contrario, pensar, no actuar, para lograr formular una alternativa viable a la economía de mercado.

El panorama de Han, respecto al advenimiento ineluctable del comunismo es pesimista:

Según Marx, las fuerzas productivas (la fuerza de trabajo, el modo de trabajo y los medios de producción materiales), en un determinado nivel de su desarrollo, entran en contradicción con las relaciones de producción dominantes (relaciones de propiedad y dominación). Esto ocurre porque las fuerzas productivas progresan continuamente. Así, la industrialización genera nuevas fuerzas productivas que entran en contradicción con las relaciones de propiedad y dominación de tipo feudal, lo que conduce a crisis sociales que presionan para promover un cambio de las relaciones de producción. La contradicción se elimina mediante la lucha del proletariado contra la burguesía, que genera el orden social comunista.

Frente a la presunción de Marx, no es posible superar la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones productivas mediante una revolución comunista. Es insuperable. El capitalismo, precisamente por esta condición intrínseca de carácter permanente, escapa hacia el futuro. De este modo, el capitalismo industrial muta en neoliberalismo o capitalismo financiero con modos de producción posindustriales, inmateriales, en lugar de trocarse en comunismo.[1]

Esta argumentación es de suma importancia, mientras que para los fascistas, los cambios no se generan por ningún materialismo histórico o leyes económicas sino, escribía Benito Mussolini en la doctrina del fascismo, por la «santidad del heroísmo, es decir, en actos en que no obra ningún motivo económico, próximo o lejano», para Žižek el capitalismo no tiene un carácter permanente, no hace parte de la naturaleza humana y de hecho ha propuesto cuatro antagonismos propios del neoliberalismo[2] occidental democrático o el capitalismo oriental autoritario que exploraremos más adelante, ad contrario, para Han, la idea básicamente es que capitalismo posee la característica de transformarse a sí mismo de forma tan rápida que nunca permite que surja alguna tensión. El sistema capitalista avanza tan rápido que no surge antagonismo, desaparece la «fuerza mágica que trueca en el ser» porque «demorarse en lo negativo abandona la carrera loca en lo positivo» por tanto, a falta de antagonismo, no hay forma de que se produzca una resistencia o rechazo al sistema por lo que una revolución contra el capitalismo global es imposible.

Lucha de clases

La idea clásica del Marxismo sobre la lucha de clases salta a la vista en la primera página del Manifiesto comunista escrito por Marx y Engels, está es, que la historia de la humanidad es la historia de la luchas de clases… en la que sostenían que teníamos dos clases antagónicas; capitalistas, propietarios de medios de producción (burgueses) y asalariados, quienes solo tienen su fuerza de trabajo (proletarios), para Žižek el concepto de proletario debe ser redefinido como:

aquellos que pertenecen a una situación sin tener un «lugar» específico en ella; están incluidos, pero no tienen ningún papel que desempeñar en el edifico social. Eso significa que el concepto de proletariado se convierte en una categoría cambiante. Por ejemplo, los más pobres, en estos días, no son los que trabajan, sino los que están desempleados, excluidos, etc. Así que no tenemos un sujeto. Solamente tenemos que buscar para encontrar lo que podemos llamar diferentes posiciones proletarias.[3]

El marco de una teoría de lucha de clases siempre es difuso y controversial, puesto que, depende de las variables escogidas por el científico social en su análisis, de esta forma, para los austrolibertarios un elemento útil suele ser dividir la sociedad en dos grupos, quienes viven del Estado (parásitos) y quienes son explotados por él (productores), para las feministas radicales o de género, la sociedad se divide en dos clases políticas antagónicas, hombres y mujeres, para Žižek, dado que la posición proletaria ha dicho en La nueva lucha de clases «podría considerarse hoy privilegio» sugiere que no podemos hablar de la visión clásica del marxismo de burgueses (propietarios de medios de producción) y proletarios (quienes carecen de estos y para subsistir se valen de su fuerza de trabajo) ya que al menos, como proletario moderno (empleado) tendrías un salario asegurado en contraposición a los millones de personas que hoy viven en la miseria, la gran cantidad de parados y excluidos, dicho esto, él propone dos grupos, los incluidos en la globalización y los no incluidos y afectados por esta, como puede serlo el caso de los inmigrantes y refugiados, «la parte sin parte».

Según Han, la conciencia de clases, la lucha de clases, el famoso concepto marxista de alienación, entre otros, simplemente no surge, No hay opresores para que los oprimidos sean conscientes de su opresión, se rebelen y lleven a cabo una revolución proletaria:

El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, convierte al trabajador en empresario. El neoliberalismo, y no la revolución comunista, eliminan la clase trabajadora sometida a la explotación ajena. Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa. Cada uno es amo y esclavo en una persona. También la lucha de clases se transforma en una lucha consigo mismo.

El régimen neoliberal transforma la explotación ajena en la autoexplotación que afecta a todas las «clases». La autoexplotación sin clases le es totalmente extraña a Marx. Esta hace imposible la revolución social, que descansa en la distinción entre explotadores y explotados. Y por el aislamiento del sujeto de rendimiento, explotador de sí mismo, no se forma ningún nosotros político con capacidad para una acción común.

En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal. No deja que surja resistencia alguna contra el sistema. En el régimen de la explotación ajena, por el contrario, es posible que los explotados se solidaricen y juntos se alcen contra el explotador. Precisamente en esta lógica se basa la idea de Marx de la «dictadura del proletariado». Sin embargo, esta lógica presupone relaciones de dominación represivas. En el régimen neoliberal de la autoexplotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo.[4]

De forma similar En el enjambre, describe cómo la sociedad digital en vez de unir, atomiza a los individuos detrás del display (monitor) al margen de la sociedad, incapaces de formar un nosotros político:

[…] el enjambre digital se distingue de la masa clásica, que como la masa de trabajadores, por ejemplo, no es volátil, sino voluntaria, y no constituye masas fugaces, sino formaciones firmes. Con un alma, unida por una ideología, la masa marcha en una dirección. Por causa de la resolución y firmeza voluntaria, es susceptible de un nosotros, de la acción común, que es capaz de atacar las relaciones existentes de dominación. Por primera vez, una masa decidida a la acción común engendra poder. Masa es poder. A los enjambres digitales les falta esta decisión. Ellos no marchan. Se disuelven tan deprisa como han surgido. En virtud de esta fugacidad no desarrollan energías políticas.

Los sujetos neoliberales de la economía no constituyen ningún nosotros capaz de acción común. La creciente tendencia al egoísmo y a la atomización de la sociedad hace que se encojan de forma radical los espacios para la acción común, e impide con ello la formación de un poder contrario, que pudiera cuestionar realmente el orden capitalista. El socio deja paso al solo. Lo que caracteriza la actual constitución social no es la multitud, sino más bien la soledad (non multitudo, sed solitudo).[5]

Hardt y Negri por ejemplo han sostenido dos antagonismos, el «imperio global», es decir el orden capitalista global y la «multitud» para llevar a cabo la revolución comunista, empero, siguiendo la argumentación de Han, en primer lugar, no existen explotadores, ni clases, pues cada uno se explota a sí mismo, y en segundo, la multitud no es más que individuos aislados, un montón de solos indignados refunfuñando por la noticia de moda de cada semana detrás de algún dispositivo electrónico con aversión al verdadero compromiso político, enjambres digitales de solos que desaparecen tan rápido como se crean.

Han de esta forma considera que hablar de clase y lucha de clases es seguir sosteniendo «categorías históricamente superadas». Sin antagonismos, sin «la explotación del otro» o más aún «sin el Gran Otro»  no hay lugar a resistencia, conciencia, ni lucha de clases, no hay forma de resistirse a algún poder, ya que la lucha es interna, contra uno mismo, «pero el intento de vencerse a uno mismo, de querer superarse a uno mismo, resulta ser mortal»[6], de acuerdo con esto, algunos piensan que es posible salir victorioso, en consecuencia, el Mexicano David Pavón Cuéllar, postmarxista lacaniano o izquierdista no marxista responde a Han diciendo:

Pero al estar en lucha consigo mismo, el sujeto puede triunfar sobre sí mismo, sobreponerse a su esclavitud y liberarse del poder que lo cautiva. Es por esto que la revolución aún es posible.

Žižek, para efectos de la revolución, sigue sosteniendo no solo la importancia de la lucha de clases sino la existencia del «Gran Otro», y la tarea aquí es encomendada a la clase de los excluidos del sistema para que se organizan y defiendan la idea de lo común.

Teoría de la explotación

Como pocos sabrán, la teoría clásica de lucha de clases no inicio con Marx, sino con los liberales burgueses Charles Comte y Charles Dunoyer para los cuales la explotación provenía de las acciones de los burócratas, en cambio, la marxista, basada en la teoría de la explotación producto de su teoría del valor, la idea de que el valor proviene del trabajo o trabajo socialmente necesario permite concluir que los explotadores son tanto los burócratas como los empresarios, contra la idea de que el valor lo da el trabajo Žižek tiene reparos:

Si te atienes a la idea marxista de explotación y a la teoría del valor, entonces se puede decir que Chávez está explotando a Estados Unidos con los beneficios del petróleo. Porque Marx, en El capital, demuestra que los recursos naturales no son una fuente de valor. Así que esto significa que tenemos que replantearnos la categoría de explotación. Marx es absolutamente claro cuando dice — incluso utiliza el petróleo como ejemplo — que todo nuevo valor lo crea el trabajo. Así que ¿de dónde vienen los grandes beneficios utilizados para financiar la revolución de Chávez? De vender petróleo y obtener dinero de Estados Unidos.[7]

Aquí salta a la vista que los recursos naturales en la medida que sean escasos y satisfagan un deseo humano, poseen valor económico independientemente del trabajo humano impreso en ellos, tal como lo ha demostrado la Escuela Austríaca de Economía con su teoría subjetiva del valor. Siguiendo la argumentación de Žižek contra la teoría del valor trabajo, si los recursos naturales no tienen valor, y de hecho el Socialismo del siglo XXI se financió mediante estos, indudablemente que sus ganancias son fruto del fraude y la explotación, de intercambiar por valor lo que según Marx no tendría valor sin trabajo humano. En suma la idea de Žižek es que estas y otras categorías deben «repensarse» y «replantearse de nuevo».

Han por su parte refiriéndose nuevamente a la explotación menciona:

La sociedad de la transparencia sigue exactamente la lógica de la sociedad del rendimiento. El sujeto del rendimiento está libre de una instancia exterior dominadora que lo obligue al trabajo y lo explote. Es su propio señor y empresario. Pero la desaparición de la instancia dominadora no conduce a una libertad real y a franqueza, pues el sujeto del rendimiento se explota a sí mismo. El explotador es, a la vez, el explotado. El actor y la víctima coinciden. La propia explotación es más eficaz que la explotación extraña, pues va acompañada del sentimiento de libertad. El sujeto del rendimiento se somete a una coacción libre, generada por él mismo.[8]

De paso al valor diciendo:

El valor de exposición constituye el capitalismo consumado y no puede reducirse a la oposición marxista entre valor de uso y valor de cambio. No es valor de uso porque está sustraído a la esfera del uso, y no es ningún valor de cambio porque en él no se refleja ninguna fuerza de trabajo. Se debe solamente a la producción de atención.[9]

Baste pensar en la presentación del yo como mercancía, par excellence, un selfie subido a Instagram o Facebook, no es valor de uso porque simplemente está allí en la web, y no es valor de cambio porque no hay trabajo, ¿entonces cómo tiene valor? Pues bien, el valor, parafraseando a Shakespeare, está en los ojos que lo ven.

Alienación   

Žižek y Han sostienen que todo es ideología, que el capitalismo es ideología y vende ideología (capitalismo cultural), que es ideología disfrazada con el paradójico imperativo ¡sé libre! Los libertarios no negamos el carácter ideológico del capitalismo, empero, ideología subordinada a las leyes económicas, por ejemplo, y bajo la mirada de la ley de utilidad marginal, cuando compras un café en Starbucks te dicen “No es solo lo que compras, es lo que compras con ello” y enseguida viene toda una propaganda de los beneficiados de tu consumo, como agricultores bien pagos y niños que se benefician en honduras etc… Esto claramente es ideología, puesto que la negatividad del consumo que puede ser pensar en el otro que no tiene, en la parte sin parte, queda saldada, ya que al mismo tiempo que consumes, contribuyes a la mejora de la vida o bienestar de alguien, lo que maximiza la positividad desmesurada del consumo.

Permítaseme aclarar algo sobre lo anterior, y esto es común, muchos marxistas tienden a confundir lo que podríamos llamar ni más ni menos que publicidad o marketing con los conceptos de reificación, cosificación y fetichismo de la mercancía que son corolarios con, y van más allá del concepto marxista de alienación.

Mientras el concepto de alienación básicamente puede definirse como; el producto del trabajo es la negación del trabajador, el fetichismo de la mercancías es precisamente este producto del trabajo que socialmente se presenta como una entidad aparte e independiente del trabajador (ocultación del trabajador) y posteriormente con propiedades por fuera de las objetivas y comprobables con el objeto en sí mismo (reificación, cosificación) o en otras palabras, propiedades fantasmagóricas.

Además, estos dos autores tienen la creencia de que prácticamente todo es coacción y de forma explícita o implícita arman el espantapájaros de  libertad formal vs libertad real, donde cualquier cosa puede considerarse coacción, desde pasar en Twitter todo el día, a las condiciones sociales y económicas en que nacemos, en suma, la libertad real es la de una entidad que nace en la nada y se desarrolla en la nada, o lo que es lo mismo, la libertad de un ser capaz de lograr un vaciamiento del sí mismo. Aquí efectivamente los libertarios nos distanciaríamos solo para aclarar que coacción, es el uso, o la amenaza de uso de la fuerza física.

La idea de alienación o enajenación el en marxismo se puede encontrar brevemente en los manuscritos económico-filosóficos de 1844 de Marx, El trabajo enajenado. La idea básica es que cuando un obrero produce bienes, su ser queda impreso en el objeto, tanto así que él ya no es, se siente ajeno a sí mismo, dicho de otro modo, es un proceso mediante el cual el trabajador pierde su espíritu en el proceso de producción:

La enajenación del trabajador en su objeto se expresa, según las leyes económicas, de la siguiente forma: cuanto más produce el trabajador, tanto menos ha de consumir; cuanto más valores crea, tanto más sin valor, tanto más indigno es él; cuanto más elaborado su producto, tanto más deforme el trabajador; cuanto más civilizado su objeto, tanto más bárbaro el trabajador; cuanto más rico espiritualmente se hace el trabajo, tanto más desespiritualizado y ligado a la naturaleza queda el trabajador.

[…]¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?

Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador solo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste.[10]

Dejando de lado lo que es poesía, el hecho de que la división y especialización del conocimiento ha generado la mayor calidad y promedio de vida para los trabajadores que nunca antes en la historia de la humanidad, el proceso cuasimístico mediante el cual un trabajador al hacer pierde su ser, y sostener que hay trabajo forzado en acuerdos libres. Esto debería contrastarse con un ejemplo familiar; nuestros padres nos dicen “se alguien en la vida” a saber, estudiar, tener una profesión y finalmente un buen empleo, según lo anterior, en realidad lo que están diciendo nuestros padres es ¿no seas nadie en la vida?, es decir, todo esa propaganda de ¡emprende, autorealízate! es en realidad ¿¡esclavízate, explótate, siéntete extraño, desrealizado, deformado, despersonificado!? ¿No hay forma de que alguien ame su trabajo y se sienta feliz al alcanzar sus metas profesionales? La economía actual precisamente lo que permite es que el 95 % de la población no se dedique a arar la tierra sino que realicen los oficios, artes y profesiones que aman o en que se siente cómodos y en todo caso, lo cierto es que ello es una cuestión empírica, algunos pueden sentirse auto realizados en sus trabajos como un fin en sí mismo y otros no tanto, como medio para otros fines.

Han arremetía en 2015 contra Žižek a quien acusa de seguir sosteniendo la ilusión marxista de la revolución y de paso contra la idea de alienación:

Žižek se aferra al marxismo, no puede renunciar a la idea de la revolución. Pero desconoce que el marxismo hoy no puede explicar ni mejorar el mundo. Vivimos en un tiempo postmarxista. La alienación del trabajo es un pensamiento central del marxismo y proviene de la paradoja de que el trabajador es tanto más pobre cuanto más riqueza produce. No puede reconocerse en lo que produce, pues su producto le es arrancado, no le pertenece. Así se aliena de sí mismo. Su trabajo es una continua «desrealización de sí mismo». Solo una revolución puede poner fin a esa situación. Pero de todos modos, esta alienación descrita por Marx ya no es apta para caracterizar las relaciones actuales de trabajo y producción. En el régimen neoliberal, la explotación ya no tiene lugar como alienación y desrealización de sí mismo, sino como libertad y realización propia. Yo me exploto a mí mismo en la creencia de que me realizo. Así es también el primer estadio de la euforia del consumo. Me arrojo eufórico al trabajo y me realizo hasta morir. Me optimizo hasta morir.

¿A quiénes llama Žižek a la revolución?, los izquierdistas radicales de hoy en día se la pasan en el yoga, en clínicas estéticas, en fitness, en centros comerciales de shoppings, en biotiendas y subiendo fotos de su comida en instagram, completamente aislados en el mundo digital, en la sociedad de la hiperexposición, del rendimiento y el cansancio.

Žižek está al tanto de ello, de hecho, es muy crítico de la izquierda progre con su vida ecológica de alimentos orgánicos semipodridos, reciclaje y superioridad moral, razón por lo cual hace un llamado a una nueva izquierda que le haga frente a la derecha nacionalista que está tomando fuerza en el mundo:

Si no surge una nueva izquierda secular –una continua «izquierda revolucionaria» no en el sentido de matar personas, sino «revolucionaria» precisamente en el sentido de que incorpore ciertas medidas radicales que pudieran salvaguardar, como nos gustaría hacer, el legado liberal– nos encontraremos llegando a lo que en Europa irónicamente llamamos «capitalismo con valores asiáticos», que significa capitalismo totalitario.[11]

Lo necesario para la revolución

Finalmente, Žižek no tiene una visión hemipléjica izquierdista y es consciente y crítico de esas revoluciones violentas y totalitarias que mataron a millones, desde el régimen Castrista, al de Chávez, el Leninista, Maoísta y Estalinista, etc. Exploremos entonces que es el Comunismo para este pensador:

Hay algo que quiero decir sobre mi comunismo, no la versión leninista que era la locura total. Muchos izquierdistas me odian cuando sostengo que el comunismo del siglo XX puede haber sido el mayor fiasco ético-político de la historia de la humanidad. Creo que no hay una explicación más suave. Aquí y allá se hicieron algunas cosas bien, pero globalmente fue un fiasco. Sin embargo, los problemas a los que el comunismo trataba de dar respuesta siguen ahí, más que nunca. Están regresando.

Por eso me gusta decir que, para mí, el comunismo no es una respuesta. El comunismo no es el nombre de la solución, sino el nombre del problema, el problema de lo común en todas sus dimensiones: lo común de la naturaleza como la sustancia de nuestra vida, el problema de nuestro acervo común biogenético, el problema de lo común de la cultura («propiedad intelectual»), y por último pero no menos importante, el problema de lo común como el espacio universal de la humanidad del que nadie debería estar excluido. Cualquiera que sea la solución, tendrá que resolver este problema. Así que lo que el bien común trata de reflejar es el nombre de un problema. Eso es el comunismo para mí.

¿Cuál será la respuesta? No lo sé. Puede que no tengamos ninguna. Puede que sea una catástrofe. Pueden ser muchas cosas. No lo sé.[12]

El comunismo de Žižek es sui generis, recorriendo fantasmagórico, único y singular –si es que se le puede llamar comunismo– y desde este él plantea cuatro antagonismos propios del capitalismo global que a su modo de ver solo pueden ser enfrentados por la idea de lo común, el medioambiente, el patrimonio humano biogenético, la contradicción entre propiedad privada al tratar de integrar la propiedad intelectual y el acceso y libertad de todos a lo universal. Del mismo modo en La nueva lucha de clases:

¿Hemos de respaldar  la aceptación del capitalismo como un hecho de la naturaleza (humana) o acaso el capitalismo global actual contiene antagonismo lo bastante fuertes para impedir su reproducción indefinida? De hecho, se dan cuatro antagonismo: la inminente amenaza de la catástrofe ecológica, el fracaso cada vez más evidente de la propiedad privada para integrar  en su funcionamiento la así llamada «propiedad intelectual», las implicaciones socioéticas de los nuevos descubrimientos tecnocientíficos (sobre todo en el campo de la biogenética) y, no menos importante, y como se han mencionado antes, las nuevas formas de apartheid, los nuevos muros y los nuevos suburbios.[13]

Como he expuesto sobremanera, si se quiere una revolución se requiere que haya antagonismos en el tejido social, pero esto no basta por sí mismo. Žižek puede decir que hay cosas que andan mal o son contradictorias en el sistema actual, pero de ello no se sigue una revolución, se necesita oposición verdaderamente política, la valentía (thymos), un verdadero nosotros que altere el statu quo y determine el curso de las cosas. Recordemos que Han sostiene aquí una idea contraria, esta es, que el sistema actual se mueve tan rápido, tan abocado al futuro, que impide que se formen antagonismos, mucho más importante, describe nuestra sociedad posmoderna, o como se le quiera llamar… como una sociedad pospolítica. La pospolítica es un fenómeno moderno de negación de lo político, de despolitización de la sociedad, la agonía del Eros se manifiesta en hombres que se sienten inconformes, enojados y solo son capaces de realizar quejas que nunca adquieren un sentido de oposición universal. Hoy en día la política deja paso a un… en palabras de Žižek:

[…] aparato de expertos, trabajadores sociales, etc. para asegurarse que la puntual reivindicación (la queja) de un determinado grupo se quede en eso: en una reivindicación puntual.[14]

Del mismo modo Han:

El neoliberalismo lleva a cabo una despolitización de la sociedad…En una sociedad del cansancio, con sujetos del rendimiento aislados en sí mismos, también se atrofia por completo la valentía. Se hace imposible una acción común, un nosotros.[15]

Así, únicamente se cumple una petición particular de determinado grupo que busca una reivindicación y que nunca alcanza a adquirir el carácter global (universal) de oposición al poder. Sobre este punto Žižek es menos pesimista de lo que suele autodenominarse porque cree en una posible repolitización de la sociedad y la economía, por el contrario, uno puede inferir del pensamiento de Han un proceso de invisibilización del poder donde el Estado se transforma en una entidad pospolítica (neutral), científica, dirigida por tecnócratas, expertos (economistas, sociólogos, etc.) y agentes de opinión que deciden que es lo mejor para todos. Se presentan posideológicos pero son una nueva ideología. Las consecuencias de esto son claras, si el poder abraza con telas de seda, si actúa de forma invisible, impide que surja resistencia al mismo, pues hablamos aquí del poder Smart donde el sujeto sometido se presume como proyecto libre, impidiéndose que este se mire como el Gran Otro contra el cual hay que luchar.

A pesar de que Žižek haya presentado lo que considera cuatro antagonismos del capitalismo global y un grupo llamado a elevar su conciencia para llevar a cabo la revolución de lo común, Han no ve posible una revolución comunista:

Es importante distinguir entre el poder que impone y el que estabiliza. El poder estabilizador adquiere hoy una forma amable, smart, y así se hace invisible e inatacable. El sujeto sometido no es ni siquiera consciente de su sometimiento. Se cree libre. Esta técnica de dominación neutraliza la resistencia de una forma muy efectiva. La dominación que somete y ataca la libertad no es estable. Por ello el régimen neoliberal es tan estable, se inmuniza contra toda resistencia porque hace uso de la libertad, en lugar de someterla. La opresión de la libertad genera de inmediato resistencia. En cambio, no sucede así con la explotación con la libertad.

Hoy no hay ninguna multitud cooperante, interconectada, capaz de convertirse en una masa protestante y revolucionaria global. Por el contrario, la soledad del autoempleado aislado, separado, constituye el modo de producción presente. Antes, los empresarios competían entre sí. Sin embargo, dentro de la empresa era posible una solidaridad. Hoy compiten todos contra todos, también dentro de la empresa. La competencia total conlleva un enorme aumento de la productividad, pero destruye la solidaridad y el sentido de comunidad. No se forma una masa revolucionaria con individuos agotados, depresivos, aislados.

Hasta aquí, hemos comparado las reflexiones de Žižek y Han sobre los postulados más importantes del marxismo y como estos, o son negados o replanteados por ellos, seguidamente, se han discutido sus expectativas acerca de una posible revolución.

Conclusiones, hacia una alteridad con el libertarismo

Permítaseme a continuación, ofrecer un repaso del diagnóstico austrolibertario acerca del camino a la identificación del enemigo, la evolución del poder, y aquello que no debe perderse de vista para llevar a cabo la revolución.

Lo que debe hacerse antes de cualquier cosa es identificar el problema, al Gran Otro contra quien hay que luchar, luchar significa, reconocer y negar al Otro en su totalidad, no se trata de reformarlo, ni de ponerle un rostro más amable, es una cláusula no negociable. En ello radica el problema revolucionario de la izquierda actual, no ven el capitalismo (mal entendido) como una fase a superar, lo ven como un sistema que debe ser reformado para una mayor inclusión y bienestar social, lo que sería pedir al Amo un mejor trato. Este es el mismo problema de los liberales clásicos, una vez aceptaron el principio de la existencia del Estado como institución capaz de garantizar la paz y cooperación social, cualquier posibilidad de Eros revolucionario contra este quedó desplazado a un mero “mal necesario” o “problema técnico”, en palabras de Jesús Huerta de Soto:

El error fatal de los liberales clásicos radica en no haberse dado cuenta de que el programa del ideario liberal es teóricamente imposible pues incorpora dentro de sí mismo la semilla de su propia destrucción, precisamente en la medida en que considera necesaria y acepta la existencia de un estado (aunque sea mínimo) entendido como la agencia monopolista de la coacción institucional.[16]

El Estado es entonces, la institución que detenta el monopolio –presuntamente- legítimo del uso de la violencia en un territorio determinado, este monopolio le capacita para depredar de forma sistemática y bajo un aura de legalidad la propiedad privada de quienes lo habitan, al mismo tiempo, le permite ser legislador, juez y ejecutor de las leyes, apertis verbis, tiene el poder de imponer su Yo a los Otros.[17]

En vista de lo anterior, el Estado es la antítesis de la sociedad. Mientras que los individuos generan riqueza, cooperación y paz mediante la producción e intercambio, el Estado obtiene los recursos mediante la violencia y el saqueo, es una organización de rufianes, parásita de la sociedad, vive a expensas de esta, la explota bajo la amenaza de prisión y muerte.

Sin embargo, dependiendo de la forma en cómo se manifieste el poder, siéndolo de abajo arriba: en el piso, el poder coactivo (Bruto) dirigido contra el cuerpo, y en el techo, el poder libre (Smart) dirigido contra la psique, se generarían en los sujetos dominados distintos niveles de resistencia al mismo.

No pretendo medir el poder o resistencia en términos cuantitativos, así como no es posible realizar una escala cuantitativa del placer o el dolor, con todo, lo que sí puedo sostener en términos cualitativo-ordinales es una escala de valoración del mismo que pueden juzgar a luz de los hechos:

En el eje Y se ubica el nivel de hegemonía, léase. control del Yo sobre el Otro, a saber, del Estado sobre el pueblo.  En el eje X, tenemos la capacidad que tiene el Otro de resistirse a la hegemonía del YO. Así las cosas… La expresión del poder Bruto es la más débil, no es comunicativo, es el mero uso de la fuerza, el de todo Estado en su génesis (protoestado), es el momento en el que las acciones de violencia de quienes buscan el poder no pueden distinguirse de cualquier tipo violencia o crimen llevado a cabo por bandidos o piratas.

Considerando que el poder Bruto únicamente reside en la fuerza del Yo para imponerse y dirigir la acción del Otro, es claro que el Otro lo ve como su enemigo, su opresor, y aunque pueda seguir sus edictos, lo hace en contra de su voluntad, por lo cual, aquí, en este punto, existe el nivel máximo de resistencia, de otredad para llevar a cabo por cualquier medio una rebelión.

En vista de que la fuerza por sí sola es insuficiente para sostener el aparato del Estado, se hace necesario para la casta dominante si quiere sostener su modus vivendi, investirse rápidamente de ropajes ideológicos a fin de evitar el surgimiento de resistencia en su contra.

Por lo anterior, el verdadero problema de quienquiera mantener tal organización no reside en la falta de fuerza, sino en la ideología, lo describe Rothbard:

Una vez que el Estado se ha establecido, el problema que se plantea al grupo o “casta” gobernante es el de cómo mantenerse en el poder. Mientras que la fuerza es su modus operandi, su problema de fondo y de largo plazo es ideológico. Porque para seguir en el poder, cualquier gobierno (no solo los gobiernos “democráticos”) debe tener el apoyo de la mayoría de sus súbditos. Hay que señalar que este apoyo no tiene que ser de activo entusiasmo; bien puede ser resignación pasiva, como si de una ley inevitable de la naturaleza se tratara. Pero apoyó, en el sentido de contar con algún tipo de aceptación, debe tenerla; de lo contrario como los gobernantes del Estado son siempre una minoría, se verían en última instancia superados por la resistencia activa de la mayoría de sus súbditos.[18]

Dicho de otra manera, todo uso del poder no debe exceder el nivel de adoctrinamiento ideológico, cualquier acción del poder debe ser correspondiente a un nivel proporcional de “legitimidad”, esto es logrado mediante la ideología, romper esta regla implica las circunstancias propicias para que el pueblo despierte del adormecimiento y se rebele, menciona Hoppe:

[…] para vencer la resistencia de las víctimas de sus extorsiones, un Estado necesita legitimidad, justificación intelectual para lo que hace. Cuanto menos protector y más extorsionador es un Estado (con cada nuevo aumento de los impuestos y de las regulaciones), más acuciante es esa necesidad de legitimación.[19]

Del surgimiento del Estado en adelante, son varias las formas de organización política las que vienen a captar este poder, lo fundamental en cualquier caso es procurar la inmovilización y la incapacidad de discernimiento de los sometidos.

Con el paso de los años, el Yo busca la manera de ocultarse y tratar de hacer coincidir la voluntad del Otro con la suya, de comunicarse, en otras palabras, que el Otro le obedezca bajo el supuesto que es libre. El punto culminante de esta misión de siglos ya esta dando el paso final en el poder Smart, la psicopolítica, el poder amable donde la comunicación del Yo se dirige en la misma sintonía con la del Otro, el Yo no actúa en contra del Otro, se afirma en él. De esta forma, el Otro sigue sus órdenes bajo el sentimiento de libertad y autorrealización propia, en consecuencia la negatividad desaparece, imposibilitando la resistencia al poder.

En innegable que los Estados siempre permanecen con un problema de legitimidad, no importa cuántos “bienes y servicios” provean al público, ni que tantos “expertos e intelectuales” traten de justificar sus órdenes, ni que tanta parte de la sociedad sea sobornada con el dinero que previamente les fue confiscado. El poder ha sabido ocultarse, invisibilizarse, vestirse de pseudoropajes para desviar la atención del público sobre lo que realmente ocurre, se ha llamado a sí mismo Dios o la voluntad de Dios, ha sostenido que es la nación, que es el bienestar, y en tiempos modernos que es y representa la voluntad del pueblo:

[…] los líderes de los estados modernos han entendido que este monopolio no basta por sí mismo para mantener su poder. Por eso usan ideologías para esconder la naturaleza violenta de su autoridad y hacer que la población acepte mejor los métodos coactivos del estado.

En Occidente, desde el siglo XIX, el nacionalismo ha cubierto en buena parte el papel de creación del consentimiento de la dominación pública, dibujando arbitrariamente los contornos de una comunidad histórica y cultural fantasiosa. Después de esto, llegó la ideología del estado del bienestar, que busca desarrollar un sistema complejo de retribución fiscal que crea un fuerte sentimiento de dependencia económica de la clase política. Y luego llegó la ideología de la democracia, que permite al estado identificarse con la sociedad en general promoviendo la ilusión de que la ciudadanía mantiene el control sobre la burocracia del estado.

A través de estos medios, los estados en Occidente han sido capaces de “legitimar” sus monopolios sobre la coacción.[20]

Tanto Hoppe como su mentor Rothbard, ven el paso crucial en la transformación del poder cuando se pasa de un gobierno monárquico a un gobierno democrático. En el gobierno monárquico el poder pertenecía únicamente al rey, los miembros de la casa real y allegados. Esta imposibilidad para cualquier de la plebe de acceder al poder, la forma biopolítica en que este se imponía, un control físico y personal de los sometidos y sus recursos, resulta en una alta resistencia al poder, esto permite que fácilmente surja el sentimiento de ira y se canalice hacia una búsqueda de justicia y cambio del estado de cosas:

La resistencia popular contra la expansión del poder del Estado será muy grande si hay una sola persona al mando porque no hay obviamente libre acceso al aparato del Estado, y los beneficios del monopolio los percibe un solo hombre y su familia extensa (esto es, la nobleza hereditaria). Consecuentemente, se agudizan el resentimiento y la vigilancia del público y los intentos de intensificar la explotación se enfrentan a rápidas y severas limitaciones. El pueblo odiaba al rey porque sabía que él era el gobernante y quien le gobernaba.

Como era predecible, el gran paso adelante en el deseo de los Estados por intensificar la explotación se produjo en conjunción con la reforma del Estado (perfilada durante siglos) cuando el Estado principesco se transforma en un Estado democrático. Con la democracia mayoritaria moderna (es decir, el tipo de Estado que floreció a escala mundial después de la primera gran guerra), el monopolio y la explotación no desaparecieron. La democracia mayoritaria no es un sistema de auto-gobierno y de autodefensa. El Estado y el pueblo no son una sola y misma cosa. Con la sustitución de un Príncipe o Rey no electivos, por un Parlamento y por un Presidente, que sí que son elegidos, la protección continuó estando tan monopolizada como lo estuvo anteriormente.[21]

El poder, para mal, no es abolido, muta, se transfiere de un hombre a un grupo de hombres, en teoría temporales, que vienen a identificarse como el pueblo, en el gobierno democrático desaparece la línea divisoria entre gobernantes y gobernados, en un gobierno democrático cualquiera puede acceder al poder, una vez abierta la entrada al gobierno, la resistencia al mismo se hace débil, el pueblo no solo elige a sus verdugos, puede ser el verdugo. Las dificultades para llevar a cabo una revolución se acrecientan, el poder del Estado en el gobierno democrático impregna tanto el tejido mismo de la sociedad que se hace indistinguible para esta, otorga ciertas libertades civiles y económicas, provee educación, salud, vivienda y refugio. Es sabido que el Estado no puede dar nada que anteriormente no le haya quitado a Otro, pero por la fuerza de costumbre muchos ignoran este hecho. En el mismo sentido:

Con la aparición de la democracia se ha redoblado la identificación del Estado con la sociedad hasta el punto de que es frecuente oír la expresión de sentimientos tales como “nosotros somos el Estado”; que son frases que violan casi todos los principios de la razón y el sentido común. El término colectivo “nosotros” ha resultado ser muy útil porque ha hecho posible que la realidad de la vida política se enmascare bajo un camuflaje ideológico. Si “nosotros somos el Estado”, entonces cualquier mal que el Estado inflige a una persona no solo es algo justo y no constituye un acto tiránico, sino que también es algo “voluntario” y aceptado por la persona afectada.[22]

Es durante la existencia de los Estados democráticos que se obtiene el mayor reforzamiento del poder ya que se identifica como voluntad del pueblo, el poder del Estado democrático sin duda históricamente ha sido el más grande, al ser más estable y capaz de mantener al pueblo adormecido. Algunos podrían objetar que fue más grande el poder que logró el totalitarismo de Lenin o Hitler, pero precisamente sus atrocidades no pueden durar mucho sin una buena parte del consentimiento de sus gobernados, esta verdad fue descubierta en el siglo XVI por Boétie poco después de cumplir sus 15 años:

[…] ese amo solo tiene dos ojos, dos manos, un cuerpo, nada que no tenga el último de los habitantes de nuestras ciudades. Él solo tiene de más aquello que vosotros le dais para que os destruya. ¿De dónde saca todos esos ojos que os espían, sino de vosotros mismos? ¿Cómo tendría todas esas manos que os golpean, sino os las tomase en préstamo? Los pies con que pisotea vuestras ciudades, ¿no son vuestros? ¿Qué poder tiene sobre vosotros, salvo a vosotros mismos? ¿Cómo se atrevería a agrediros si no fuese porque lo hace de acuerdo con vosotros? ¿Qué mal podría haceros si no fueseis los encubridores del ladrón que os roba, los cómplices del asesino que os mata, los traidores de vosotros mismos?[23]

No podemos negar el gran nivel de legitimidad que por lo menos tuvo Hitler, muchas de sus atrocidades fueron llevadas a cabo en un principio con aprobación del público, empero, un poder que se dirige así en contra del Otro, solo pueden encontrar la pared de este, su rechazo, es fácil ver que cuando un poder únicamente se sustenta en la fuerza ya esta acabado, no es presuntamente legítimo, por ende, la resistencia puede venir de sus mismos ejecutores.

Volviendo al cuadro, la democracia tiene una fuerza estabilizadora en la muchedumbre, la regla del gobierno como cuidador intercambiable del poder del Estado genera que el pueblo solo refunfuña, se indigne y elija un amo nuevo para los próximos 4 u 8 años, eso resulta en la más baja resistencia al poder, el pueblo acepta al gobierno como una ley de la naturaleza, exactamente a causa de nacer dentro del Estado, los sometidos no pueden extrañar la libertad que nunca han tenido, se han acostumbrado a la servidumbre, a semejanza del caballo que desde su nacimiento es educado y acostumbrado a servir, al freno, a la espuela, a la silla y arneses.

Detallando nuestro razonamiento, Si bien los Estados democráticos han sido más exitosos que otros en el aumento, concentración y legitimidad del poder, su poder primordialmente se exterioriza de forma biopolítica, la administración y diciplinamiento del cuerpo de los sometidos, lo que sería una manifestación Bruta del poder, en el fondo, no es más que el uso o la amenaza de uso de violencia que administra y dirige al Otro, es decir, golpes dolorosos sobre el Otro, no hay comunicación, hay órdenes, un total antagonismo surge entre ambos. Su característica esencial es la obediencia.

No cabe duda que todo el aparato del Estado se sostiene en el fondo mediante la fuerza, sin embargo, en algunos de los Estados más desarrollados como EE.UU, UK e India, ha comenzado a implantarse una forma psicopolítica del poder, un poder Smart, que consiste pequeños codazos o empujones sobre el Otro, no son codazos contra el cuerpo del Otro, son codazos contra la psique del Otro, aquí no surge antagonismo, no hay dolor, no hay obediencia, no se percibe un poder ajeno actuando sobre y en contra del Otro, no surge resistencia al poder:

El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza por generar emociones positivas y explotarlas, seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto le da facilidades.

El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de diciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones. No nos impone ningún silencio. Al contrario: nos exige compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto es, contar nuestra vida. Este poder amable es más poderoso que el poder represivo. Escapa a toda visibilidad[24]

El Yo alcanza un nivel de intermediación, de comunicación y sintonía con el Otro donde este se cree libre. Así, el poder más grande consiste en que el súbdito refleja voluntariamente la voluntad del tirano, aunque persiga la voluntad del poder, lo hace con un sentimiento de libertad, la comunicación permite que el Otro que antes veía al Yo como antagónico, se identifique con él, sean Uno, explica Han:

Es un signo de poder superior cuando el súbdito quiere expresamente, por sí mismo, lo que quiere el soberano, cuando el súbdito obedece a la voluntad del soberano como si fuera la suya propia, o incluso la anticipa. Al fin y al cabo, eso que el súbdito haría de todos modos, puede sublimarlo convirtiéndolo en contenido de la voluntad del soberano, realizándolo con un «sí» enfático a este. Así es como, en el medio del poder, el mismo contenido de la acción obtiene una forma distinta gracias a que el súbdito afirma el hacer del soberano o lo asimila como si fuera su hacer propio. Es decir, el poder es un fenómeno de la forma. Lo decisivo es cómo se motiva una acción. La frase que expresa la presencia en el espacio de un poder superior no es «de todos modos tengo que hacerlo», sino «quiero». La respuesta a un poder superior no es la negativa interior, sino la afirmación enfática.[25]

El contenido del poder siempre es una manifestación de este, una imposición, no obstante, lo definitorio es la forma, al poder Bruto se le responde con negatividad, sea resignación o indignación pasiva, es un ¡no!, un no te reconozco, este no, a pesar de que en principio puede conducir a una obediencia, es una obediencia ajena que posibilita la creación de un nosotros político, de resistencia y rebelión contra este poder, puesto que el sentimiento y deseo de libertad persiste en el hombre.

Esto cambia cuando aun siendo el mismo contenido del poder, por su forma, es interiorizada por el súbdito como si fuera su voluntad propia. El poder Smart precisamente por su carácter amable y comunicativo recibe del Otro un ¡sí!

Un poder superior es aquel que configura el futuro del otro, y no aquel que lo bloquea. En lugar de proceder contra una determinada acción de otro, el poder influye o trabaja sobre el entorno de la acción o sobre los preliminares de la acción del otro, de modo que el otro se decide voluntariamente, también sin sanciones negativas, a favor de lo que se corresponde con la voluntad del yo. Sin hacer ningún ejercicio de poder, el soberano toma sitio en el alma del otro.[26]

Lo que define la psicopolítica es precisamente que sus acciones van dirigidas a la psique, pero no cualquier parte de esta, es una en especial que los psicólogos cognitivos han denominado el sistema uno, se resume así:

El Sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario.

El Sistema 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. Las operaciones del Sistema 2 están a menudo asociadas a la experiencia subjetiva de actuar, elegir y concentrarse.[27]

Sabiendo cómo funciona la psique humana, los llamados arquitectos de la decisión, alteran los marcos de las posibles elecciones de los individuos, al manipular su entorno, inevitablemente se ven reconducidos los incentivos de los individuos actuantes en sus niveles preliminares, inconscientes, en suma, cuando el individuo toma una decisión, incluso consiente, con su sistema dos, difícilmente pueda saber que el arquitecto de la decisión lo empujó a determinada elección que de manera prospectiva ya adelantaba a la elección consciente, por esta razón es explotación de la libertad, el fin de la libertad, porque «el sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre».[28]

A mi parecer no hay mejor forma de ilustrar el poder de la psicopolítica y su herramienta, el empujón (Nudge)[29] que con las opciones por defecto, ellas consisten en una serie de pautas preestablecidas, siempre y cuando no se manifieste activamente lo contrario, como es el popular caso de ser donante de tejidos y órganos por defecto, su razón de ser, es que normalmente la acción por defecto es el mantenimiento del statu quo o inercia, o sea, no hacer nada.

En los países donde es necesario manifestar activamente que quieres donar órganos, las tasas de donación no alcanzan a sobrepasar el 12%, por el contrario, en los países donde la opción por defecto es donar órganos y en caso de no querer hacerlo debes manifestarlo activamente, las tasas llegan al 99%, esto no quiere decir que los habitantes de un país sean más altruistas que otro, más bien, que un país es más explotador de la psique que otro, estas cifras corresponden al año 2009, respectivamente, Alemania y Austria, países culturalmente similares.

Mientras que por naturaleza el ser humano responde al crimen esporádico con un ¡No!, con resistencia, con Eros. La vida parasítica del Estado, la explotación desde el nacer al perecer es aceptada como ley de la naturaleza sin resistencia por parte de las víctimas indefensas.

Una vez que hemos logrado una elevación de la conciencia, entendemos el Estado como algo ajeno, fuera de nosotros, para responder ¡no! Tenemos que identificar al Gran Otro, el que nos causa daño en nuestra vida y propiedad, contra quien nos vamos a oponer, todavía más, solo de ese modo se harán completamente claros todos los medios posibles para efectuar la revolución, para la llegada del verdadero acontecimiento. 


[1] Han, Byung-Chul (2014) Psicopolítica, p.9.

[2] En este artículo explico el verdadero significado de dicho término, Para Žižek y para Han, debemos entender por neoliberalismo tanto una crítica política y cultural a la economía dirigida por políticos que favorece sus intereses y los de ciertos grupos empresariales y al mismo tiempo una economía de libre mercado.

[3] Žižek, Slavoj (2014) Pedir lo imposible, p. 68.

[4] Han, Byung-Chul (2014) Psicopolítica, p. 9-10.

[5] Han, Byung-Chul (2014) En el enjambre, p. 18-20.

[6] Han, Byung-Chul (2012) Topología de la violencia, p. 40 “La sociedad de la positividad que cree haberse liberado de todas las fuerzas ajenas, se somete a las fuerzas destructivas propias. Las enfermedades psíquicas, como el burnout o la depresión, las enfermedades principales del siglo XXI, muestran todas las características de la autoagresión. En lugar de una violencia de causa externa, aparece una violencia autogenerada, que es mucho peor que cualquier otra, pues que la víctima de la violencia se cree libre”.

[7] Žižek, Slavoj (2014) Pedir lo imposible, p.69.

[8] Han, Byung-Chul (2013) La sociedad de la transparencia, p. 43.

[9] Han, Byung-Chul (2013) La sociedad de la transparencia, p. 11.

[10] Marx, Karl (1844) El trabajo enajenado, p. 2-3.

[11] Žižek, Slavoj (2014) Pedir lo imposible, p.35.

[12] Žižek, Slavoj (2014) Pedir lo imposible, p.28.

[13] Žižek, Slavoj (2016) La nueva lucha de clases, p. 118.

[14] Žižek, Slavoj (2007) En defensa de la intolerancia, p. 40.

[15] Han, Byung-Chul (2013) La agonía del Eros, p. 34-5.

[16] Huerta de Soto, Jesús (2007) Liberalismo versus Anarcocapitalismo, p.2.

[17] Hoppe, Hans-H (2009) Libertad o socialismo, p. 23. Define del Estado como una “agencia que posee el monopolio territorial compulsivo de la toma definitiva de decisiones (jurisdicción) y/o el derecho a cobrar impuestos. Del mismo modo para Rothbard, Murray (2016) El igualitarismo como un rebelión contra la naturaleza y otros ensayos, p. 50.  “el Estado es la organización en sociedad que intenta obtener y conservar el monopolio del uso de la fuerza y de la violencia en un ámbito territorial determinado; en particular, es la única organización social que obtiene sus ingresos, no por medio de la contribución voluntaria o como pago por los servicios prestados, sino por medio de la coacción. […] es decir, utilizando o amenazando con utilizar la cárcel y la bayoneta”.

[18] Rothbard, Murray (2016) El igualitarismo como un rebelión contra la naturaleza y otros ensayos, p. 54.

[19] Hoppe, Hans-H (1997) Lo que debe hacerse, p. 14.

[20] Azihari, Ferghane (2013) El ISIS puede ser algún día nuestro aliado, RECUPERADO DE: http://www.mises.org.es/2015/11/el-isis-puede-ser-algun-dia-nuestro-aliado/

[21] Hoppe, Hans-H (1997) Lo que debe hacerse, p. 17.

[22] Rothbard, Murray (2016) El igualitarismo como un rebelión contra la naturaleza y otros ensayos, p. 49.

[23] Boétie, Étienne (1576) Discurso contra la servidumbre voluntaria, p. 6.

[24] Han, Byung-Chul (2014) Psicopolítica, p. 16-17.

[25] Han, Byung-Chul (2016) Sobre el poder, capítulo 1, Lógica del poder. RECUPERADO DE: https://www.herdereditorial.com/sobre-el-poder_1

[26] Han, Byung-Chul (2016) Sobre el poder, capítulo 1, Lógica del poder. RECUPERADO DE: https://www.herdereditorial.com/sobre-el-poder_1

[27] Kanheman, Daniel (2011) Pensar rápido, pensar despacio, p. 14.

[28] Han, Byung-Chul (2014) Psicopolítica, p. 16.

[29] El nudge (empujón o codazo) es definido por sus más prominentes defensores, el economista conductual Richard Thaler y el exZar de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios (OIRA) de Obama, Cass Sunstein (2011) Un pequeño empujón (nudge): el impulso que necesitas para tomar las mejores decisiones en salud, dinero y felicidad. p. 20. como: “[…] cualquier aspecto de la arquitectura de las decisiones que modifica la conducta de las personas de una manera predecible, sin prohibir ninguna opción ni cambiar de forma significativa sus incentivos económicos, para que se puede considerar como nudge, debe ser barato y fácil de evitar. Los nudges no son órdenes o mandatos. Colocar la fruta a la altura de la vistan es un nudge. Prohibir la comida chatarra no lo es”.


Bibliografía

Han, Byung-Chul (2016) “Sobre el poder”. Herder Editorial,  144 págs.

Han, Byung-Chul (2014) “Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder” Herder Editorial, 127 págs.

Han, Byung-Chul (2014) “En el enjambre”. Herder Editorial, 112 págs.

Han, Byung-Chul (2013) “La agonía del Eros”. Herder Editorial, 80 págs.

Han, Byung-Chul (2013) “La sociedad de la transparencia”. Herder Editorial, 96 págs.

Han, Byung-Chul (2012) “La sociedad del cansancio”. Herder Editorial, 80 págs.

Han, Byung-Chul (2012) “Topología de la violencia”. Herder Editorial,  200 págs.

Žižek, Slavoj (2016) “La nueva lucha de clases: los refugiados y el terror”. Editorial Anagrama, 136 págs.

Žižek, Slavoj (2014) “Pedir lo imposible”. Editorial Akal, 151 págs.

Žižek, Slavoj (2012) “¡Bienvenidos a tiempos interesantes!”. Editorial Txalaparta, 184 págs.

Žižek, Slavoj (2008) “Arte, ideología y capitalismo”. Ediciones Pensamiento, 88 págs.

Žižek, Slavoj (2007) “En defensa de la intolerancia”. Ediciones Sequitur, 123 págs.

Žižek, Slavoj (2005) “Bienvenidos al desierto de lo real”. Ediciones Akal, 125 págs.


 

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